Un sirviente para sirvientes

de Robert Frost, traducido por HM

Nunca te hice saber lo contento que estaba

de que hubieras venido y acampado en nuestra tierra.

Me prometí ponerme algún día a estudiar el modo en que has vivido,

¡pero no lo sé!

Con una casa llena de hombres hambrientos para alimentar,

creo que te hallarías… me parece que ya no puedo expresar mis sentimientos,

más que lo que pueda levantar mi voz o alzar mi mano

(oh, puedo levantarla cuando lo necesito).
¿Te sentiste así alguna vez? Espero que nunca.
Se pone de tal modo que no estoy seguro si estoy contento,

arrepentido o distinto.

No hay nada más que algo parecido a una voz interna

que parece decirme cómo debería sentirme,

y cómo me sentiría si no estuviese tan errado.

Tú tomaste el lago. Lo miro y vuelvo a mirarlo.

Pienso que es una bella lámina de agua.

Me paro y repito bien fuerte las ventajas que tiene,

tan largo y estrecho, como un profundo pedazo de algún viejo río que corre,

cortado en ambos márgenes.

Se despliega cinco millas derecho a través de la muesca de la montaña,

desde la ventana hundida donde lavo los platos,

y todas nuestras tormentas vinieron hacia la casa,
tornando las suaves olas más blancas y más blancas.
Sacaron a mi mente de bizcochos y soda

para pararme afuera y deslumbrarme con el agua

de una mañana soleada, o tomar el viento que se eleva
sobre mi rostro y cuerpo y a través de mi bata,
cuando una tormenta me amenazó desde la Madriguera del Dragón,

y un frío gélido tiritó a través del lago.

Veo que es un bonito espejo de agua,

¡nuestro Willoughby! ¿Cómo escuchaste de él?
Aunque, supongo, todos oyeron hablar de él.

¿En un libro sobre helechos? ¡Escucha eso!

Dejas las cosas más cómo plumas que regulan tu ir y venir.

¿Y te gusta aquí? Puedo ver que debería gustarte.

¡Pero no lo sé! Sería diferente si viniera más gente,

porque entonces habría negocio. Así como están

las cabañas de Len construidas, algunas veces alquilamos, otras no.

Tenemos un buen pedazo de costa que debiera valer algo,

y podría valer aún. Pero no cuento con él tanto como Len.
El mira el lado brillante de todo, incluido yo.

Piensa que estaré bien con el doctorado.

Pero no es medicina, Lowe es el único doctor que se atrevió a decir eso,

quisiera el resto, allí lo dije,

de cocinar comidas para hombres contratados hambrientos

y lavar los platos luego de ellos, de hacer las cosas una y otra vez

de modo que no queden hechas.
Por los buenos derechos no debería tener tanta presión colocada sobre mí,

aunque parece que no hay otro modo,

Len dice que uno firme empuja más de lo que debería.

Dice que la mejor salida está siempre adelante.

Y concuerdo con ello, o tanto como que no veo otro modo de salir,

al menos para mí, y entonces ellos podrán ser convencidos.

No es que Len no quiera lo mejor para mí.

Fue su plan mudarnos junto al lago del lugar que te mostré aquel día,

donde solíamos vivir, a diez millas de cualquier lugar.

No cambiamos sin algún sacrificio,

pero Len fue por él para reparar la pérdida.

Su trabajo es el de un hombre, por supuesto,

de sol a sol, pero trabaja cuando trabaja tan duro como yo,

aunque con un pequeño beneficio en comparación.

(Mujeres y hombres los harán del mismo modo.)

Pero el trabajo no lo es todo.
Len acomete demasiado. Está en todo en la ciudad.

Este año hizo sus carreteras, y tuvo varios hombres a su alrededor buscando

que fue un desperdicio. Se aprovechan de él vergonzosamente,

y orgullosos también de hacerlo.

Tenemos cuatro aquí alojados, grandes buenos-para-nada,

haraganeando en la cocina con su cháchara mientras frío su tocino.

¡Deberían cuidarse! No prestaré más atención a lo que hacen o dicen,

más que si no estuviera en el lugar.
Yendo y viniendo todo el tiempo, así están:

no aprendo sus nombres, dejo solos a estos personajes,

no me preocupa si están seguros dentro de la casa con las puertas abiertas.
Tampoco les tengo miedo, si ellos no me tienen temor.

Hay dos que pueden jugar a eso.

Tengo mis fantasías: corre en la familia.

El hermano de mi padre no tenía razón.

Lo mantuvieron encerrado por años en la vieja granja.

Estuve afuera una vez, sí, estuve lejos.

El Asilo del Estado. Fui prejuzgado;

no hubiese enviado a ninguno de los míos allí,

saben la vieja idea, el único asilo era la casa de los pobres,

y aquellos que podían pagarlo,

más que mandar a los suyos a un lugar como ese,

los tenían en sus casas, y esto parece más humano.

Pero no lo es: el lugar es el asilo.

Allí tienen todos los medios apropiados para lidiar con ello,

y no oscurecerían las vidas de otras personas,
haciéndolo peor más que un bien a ellos,

y ellos no son buenos para ti en tu condición,

no puedes conocer el afecto o el deseo de ello en aquel estado.

He escuchado demasiado de la vieja manera.

El hermano de mi padre se volvió loco bastante joven.

Algunos pensaron que había sido mordido por un perro,

por el modo violento en que transportaba su almohada con sus dientes;

pero es más probable que estuviera enamorado,

o así la historia continúa. Era alguna chica.

De cualquier modo todo lo que hablaba era sobre el amor.

Pronto vieron que él podía hacerle a alguien alguna trastada,

si no lo mantenían estrictamente vigilado,

y terminó en que su padre le está construyendo una especie de jaula,

o cuarto dentro del cuarto, de postes de castaño,

como los montantes en el granero, del piso hasta el techo,

un pasaje estrecho para pasar por todo el lugar.

Cualquier cosa que pusieran como mueble él la destrozaba,

aún una cama para que descansara.
Así que hicieron el lugar confortable con paja,

como un establo de una bestia, para aplacar sus conciencias.

Por supuesto tenían que alimentarlo sin platos.

Intentaron mantenerlo abrigado, pero él se paseaba con sus ropas al hombro,

con todas sus ropas.

Suena cruel. Supongo que hicieron lo mejor que podían.

Y justo cuando estaba a la altura,

papá y mamá se casaron, y vino mamá,

una esposa, para ayudar en la crianza de la criatura,

y acomodar su joven vida a la de él.
Eso era lo que implicaba para ella casarse con el padre.

Ella tenía que estar ahí y escuchar cosas de amor hechas espantosas

por sus gritos nocturnos. El gritaba y gritaba
hasta que su fuerza salía gritando de él,

y su voz moría lentamente desde la extenuación.

El logró apartar los barrotes como arco y cordel,

y dejó que sonaran hasta que sus manos
quedaron lisas como cualquier arco de buey.

Y entonces él graznó como si creyera que aquel juego de niños

era la única diversión que tenía.

Los escuché decir, sin embargo, que habían encontrado un modo de poner fin a ello.

El estuvo antes de mi tiempo, nunca lo ví;

pero la pluma permaneció exactamente como estaba,

allí en la cámara superior de la celda,

una suerte de atrapar el desorden del ático.

Con frecuencia pienso en los suaves barrotes de castaño.

Fue de tal modo que debería decir, sabes, mitad bromeando,
«Es tiempo de que tome mi turno arriba en la cárcel».

Así como lo harías tú hasta que se transforme en un hábito.

No me preguntó por qué estoy contento de irme.

Adivina tú, esperé hasta que Len dijo la palabra.

No quería la culpa si las cosas salían mal.
Estaba contento igual, sin fin, cuando nos mudamos,

y esperaba ser feliz, y lo fui, como dije,

por un momento, ¡pero no lo soy ahora!

De algún modo el cambió se agotó como una prescripción.
Y había más por ello que sólo miradores de ventanas y vivir junto a un lago.

Paso de ayudas como esa, a menos que Len tome la noción, lo que no haría,

y no le preguntaría, no es lo suficiente seguro.
Supongo que debo ir por el camino en el que estoy yendo:

otros tipos también deberían, ¿y por qué no yo?

Casi pienso si debería hacer como tú,

tirar todo y vivir sobre la tierra,

pero debería ser así, la noche que viene, no debería gustarme,

o una larga lluvia. Pronto sería demasiado para mí,

y debería estar agradecido por tener un buen techo sobre mi cabeza.

Me quedé despierto pensando en ti, te lo garantizaré,

más de lo que has hecho tú, alguna de estas noches.
Lo maravilloso es que las pertenencias no fueron arrebatadas

de ti mientras yacías en tus camas.

No tengo el coraje para un riesgo como ese.

Te bendigo, por supuesto, me preservas del trabajo,

pero la cuestión es que necesito ser preservado.

Hay trabajo suficiente para hacer, siempre es eso;

pero bien en el fondo. Lo peor que puedes hacer

es apartarme un poco más hacia atrás.
No debería conseguirlo en este mundo, de cualquier modo.
Preferiría que no te vayas a menos que fuese tu deber.

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