Lenin Moreno y su modelo chupacirios

por Alvaro Correa

En los últimos dos años estuvimos presenciando, con honda inquietud, la restauración de un modelo económico (y cultural) neoliberal que está asfixiando a las sociedades latinoamericanas. Los grupos conservadores, enajenados por consignas burdas y baratas, y acicateados por líderes religiosos evangelistas o ultracatólicos, buscan reinstalar los “perdidos” valores de Tradición, Familia y Propiedad (si bien los de propiedad están bastante bien resguardados por las oligárquicas elites gobernantes), a la vez que la mayor parte de su tiempo la pasan mirando culos por televisión o interesándose en los abismos de la miserabilidad humana (que eso son los espectáculos y programas que se ofrecen en el menú de TV e Internet). De este modo, y liderados por Google y los think tanks (intelectuales orgánicos) del sistema imperante, han configurado mecanismos de censura que retrotraen la historia de la humanidad a la era de las cavernas, al igual que sus planes económicos, que llevan la desigualdad e inequidad social, económica y jurídica a extremos aberrantes.

En esta ocasión, para mostrar que en esta agencia no farfullamos ni hablamos macanas, presentamos el caso de censura al artista ecuatoriano Marco Alvarado, ocurrido en el Museo Episcoplal de Cuenca, donde el día de la inauguración, un joven catolicón le pidió explicaciones sobre una urna montada en una pequeña sala, donde a su juicio se insultaba a toda la grey católica del país por colocar imágenes pornográficas próximas a santos y vírgenes de la iglesia. En su acalorado discurso, el joven fue encolerizándose hasta golpear y destruir el vidrio de una obra, y amenazar al artista con clavarle una esquirla en el cuello. Esta bravata fue frenada por el profesor y dos compañeros que se llevaron al bisoño censor al baño donde intentaron calmarlo lanzándole agua tibia. Dos horas más tarde, el alcalde y el obispo de Cuenca se apersonaron en el lugar y ordenaron desmontar la muestra de Alvarado.

Este episodio se multiplica en Brasil por mil, campeándose las derechas y populismos extremos, los admiradores de Trump y todo lo que huela a fascismo, en diferentes medios y entornos sociales para promover su sentido de justicia y de la realidad, completamente degradado por la ideología neoliberal globalizadora que corrompe el alma humana, pudre los cuerpos y estanca el ánimo en un pozo hondo de tristeza y desesperación. Así es la censura del proyecto neoliberal en América Latina, tan pronto a prohibir osados artistas como para promover una moral cínica e hipócrita cuyo único rasgo considerable es la crueldad, por encima de la idiotez.

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