El presidente libanés renuncia escondido en las faldas del rey árabe

Por Alvaro Correa

Justo cuando se viene anunciando la derrota total del Estado Islámico en Medio Oriente, particularmente en Siria e Irak, la sorpresiva renuncia del primer ministro libanés Saad Hariri a su cargo, anunciada bajo la mirada atenta del rey saudí que lo mantiene cautivo, ha enrarecido y echado gasolina al conflicto y enfrentamiento que se viene acicateando entre Irán y Arabia Saudita. Hariri arguyó que los servicios secretos iraníes lo amenazaron de muerte, y culpó a esta república de ser responsable de todos los males existentes en su país (y en toda la región). Con patrañas y paparruchadas calcadas a las que utilizan Netanyahu y Trump, el ex primer ministro lanzó acusaciones ridículas contra sus supuestos aliados de Hezbolah, en un acto de traición que ha dejado boquiabierta a la ciudadanía libanesa. Pero en verdad, según información secreta a la que tuvo acceso Maldita Realidad, la dimisión se dio en un contexto de apriete absoluto (a Hariri se comenta que prácticamente lo tienen secuestrado), con un guión concebido por uno de los juglares del rey árabe.

Hassan Nasrallah, líder y valiente combatiente de la organización libanesa Hezbollah, no sólo acusó a los saudíes de pretender imponer a otro monigote amiguito de Israel en el cargo, sino de generar una situación de inestabilidad en el Líbano para emprender otra guerra paralela a la que sostienen en Yemen contra los houthis y suníes apoyados por Irán.

Por su parte, Bahram Ghasemi, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, manifestó que las palabras de Hariri son una afrenta a los libaneses, y que han sido elaboradas en conjunto por el régimen saudí con el gobierno sionista y la CIA. “Ellos necesitan mantenerse en el terreno, ya hemos reventado a sus mercenarios del ISIS pero igual tienen que seguir justificando el expendio de armas, con el consiguiente “armado” de guerras. Todavía no nos reponemos de las pérdidas y ya quieren destrozar otro país, el último que se resistió a los propósitos del Ejército de Israel con dignidad, haciéndolo retroceder y recular en sus afanes imperialistas”.

Entrevistado por la cadena qatari Al Jazeera, Hariri se mostró confuso y no sabía quién lo había amenazado de verdad, si los iraníes o los saudíes. Tenía muy fresca la reunión con el rey que se cansó de insultarlo, humillarlo y abofetearlo de mil maneras. Incluso en un momento, implorándole piedad, llegó a infiltrarse entre las faldas de su shilaba. Durante su alocución, Hariri manifestó que se encuentra claramente en una situación similar a la que precedió a la muerte de su padre, más cerca del infierno que del paraíso. De este modo, los saudíes despacharon a un lacayo que poco sirvió a sus intereses. Entretanto, el rey de Arabia Mohammed bin Salman ha lanzado una purga anticorrupción al arrestar a varios miembros de su familia, ministros e inversores, incluyendo al multimillonario Alwaleed bin Talal, uno de los hombres de negocios más importantes del mundo.

Ahora se abre un período de tensa expectativa, en el cual Israel y Arabia Saudita, paradójicamente aliados y con gobiernos extremadamente perversos, querrán imponer un gobierno afín en el país del cedro, penosamente influenciado por Francia y un catolicismo cómplice de los crímenes del estado sionista.

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