Crónica desde el submarino extraviado

Por Agencia Maldita Realidad

El submarino ARA San Juan perdió comunicación con la Armada Argentina desde hace más de cinco días, y se lo está buscando, por el momento, tan intensa como infructuosamente. Desde el presidente Macri hasta rescatistas yanquis, rastreadores de submarinos británicos, perros olfateadores de naves de guerra, expertos de diversos países con aparatos y herramientas tecnológicas de última generación están hurgando las profundidades del mar para dar con el importante y costoso artefacto de guerra argentino, cuya reparación en el CINAR demandó la sesuda intervención de ingenieros navales y mecánicos.

Sin embargo, Maldita Realidad es un medio privilegiado y contamos en la tripulación con un corresponsal del cual sólo podemos decir que es cabo, y que tiene una extraña afición por la escritura. Munido de un teléfono satelital ultrasónico, nos ha enviado el siguiente mensaje, que revela la situación que están atravesando nuestros submarinistas.

“Acá estuvimos buscando a los asesinos de Nisman y no los encontramos. Tratamos de buscar la relación de Macri con el despido de Víctor Hugo Morales y no hallamos circunstancias que avalen tal hipótesis salvo un poco de sentido común. Nuestro equipo de comunicaciones se arruinó luego de una disputa entre un capitán y uno de los maquinistas, que discutían por la famosa grieta. Era algo inédito en una tropa disciplinada como la nuestra. Empezaron a insultarse y a levantarse la voz como dos civiles fanatizados, así de nefasta es la influencia de la política en la fuerza. Lo cierto es que empezaron a las trompadas y el comando del submarino empezó a desobedecer nuestras órdenes. Desde entonces creo que nos hundimos en el fondo del océano y estamos aguardando que algún milagro nos rescate y que no empecemos, como los rugbiers uruguayos, a comernos entre nosotros”.

“La vida en el submarino es insoportablemente tediosa. Si bien llevamos entretenimientos y cuando llegamos a algún puerto nos permiten desembarcar un par de días para joder por ahí y comprarnos chucherías, todo está muy caro, hasta tomarse unos whiskys en Ushuaia y adquirir un arma de Malvinas tuneada. Como soldado profesional me gustaría ascender hasta almirante, y llegado el caso hacerle la guerra a algún enemigo, destacarme en una batalla contra los chilenos, por ejemplo, que están calientes porque se quedaron afuera del mundial. Pero en verdad es ridículo pensar en una batalla naval con Chile. El enfrentamiento sería aéreo y terrestre, en la cordillera, cagados de frío como en Malvinas, pensándolo bien sería una cagada y ni sé si nos conviene. Entonces una batalla contra los brasileños, aunque sean hoy por hoy nuestros principales aliados en esto de destruir países en Latinoamérica”.

“La modorra de la espera se hace intolerable. Los nervios de la tripulación están descarriados. Hay cartas y ajedrez, víveres para seis días, la que los reparte es la submarinista, que es la jefa de armas. Es la única mujer y todos la respetamos. No hay quien se atreva a cortejarla. Además demostró que tiene un carácter bastante fuerte y podrido. No tiene nada de botinera. Los maquinistas están intentando reparar las computadoras pero no entienden el problema que tienen. El periscopio también ha dejado de funcionar, así que ni siquiera podemos ver cómo los chinos nos roban la pesca. O cómo los británicos hurgan por petróleo. Por acá también hay rusos y hasta peruanos. Es el tema de la globalización. Seguro que llamaron a los yanquis para que nos encuentren, o a los israelíes, que parece son unos fenómenos y amigos del presidente. Tengo fe en que lograrán dar con la nave. Si no, desde Maldita Realidad, les pido por favor que avisen a las autoridades que estamos en un lugar indescirnible, sólo que es el fondo del mar…”

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