Actualidad de la lucha del Movimiento Sin Tierra de Brasil
por Hugo Muleta
Brasil es uno de los países con mayor desigualdad en el mundo, con la más amplia brecha entre el 1% más rico y el 80% más pobre. Esto se refleja en la propiedad de la tierra: menos del 1% de los proprietarios, que son unas 36 mil familias, acaparan 300 millones de hectáreas, el 52% de todas las tierras. En la otra cara de la moneda, hay 4 millones de familias de campesinos sin tierra, 5 millones de obreros agrícolas y otros 4 millones de campesinos con poca tierra, todos ellos neoesclavizados por la reforma laboral de Temer.
En las últimas dos décadas, al igual que en Argentina y en toda América Latina, el campo brasileño fue apropiado por el capital financiero y las empresas transnacionales que impusieron su modelo de “agronegocio”, que consiste en la imposición del monocultivo (generalmente la soja) en escala elevada, mecanización intensiva, empleo de semillas transgénicas –como medio de control de la producción– y un elevado grado de utilización de agrotóxicos que además de exterminar a la mano de obra, sirve para atacar a las organizaciones rebeldes indígenas en territorio amazónico. Así, la mayor parte de la producción son commodities agrícolas para exportación que enriquecen a la oligarquía gobernante.
Ante este panorama, en 30 años de lucha el mítico MST ha realizado más de 5.000 tomas de tierras, construyendo asentamientos para más de 300 mil familias desposeídas. Pero, esto es insuficiente ante la metamorfosis del capital en el agro y las demandas de una vida digna en el campo. Brasil atraviesa tiempos difíciles porque la burguesía, vinculada a las transnacionales, tomó por asalto al gobierno federal con un golpe, con la pretensión de salvarse sola de la grave crisis económica, social, ambiental y política que se vive. El objetivo que se ha propuesto es tumbar al gobierno y recuperar el derecho a elegir democráticamente a los nuevos mandantes.
Su jornada de tomas de tierras de políticos corruptos –entre ellos las del ministro de agricultura en Minas Gerais, y campos del mismo Temer en Sao Paulo-, que están en el Gobierno, quiso difundir al pueblo el grado de degeneración y podredumbre que envuelve a las autoridades actuales. Las formas de lucha van desde las tomas de tierras de manera masiva, con toda la familia campesina –incluidos niños y ancianos–, para aumentar la fuerza social y poder desarrollar la conciencia social de los que participan en la lucha concreta, hasta marchas multitudinarias y de larga distancia, que aprendieron de los pueblos andinos. También realizan tomas de escuelas, de organismos públicos, destruyen campos de reproducción de semillas transgénicas, y emprenden proyectos como lograr el acceso a la Universidad de miles de campesinos y la construcción de viviendas en el campo, entre otras. En todo el país tienen escuelas de agroecología y organizan ferias de productos agroecológicos en las grandes ciudades para concientizar a la población de que es posible producir alimentos sanos a precios accesibles. El orgullo del MST es ser hoy el mayor productor de arroz orgánico de Latinoamérica, con una producción anual de 600 mil sacos de arroz agroecológico. Este cereal es industrializado y puesto en la merienda escolar de millones de niños brasileños y es exportado a Europa y Venezuela.
Las empresas y sectores que bancan a Temer gastaron más de 2 mil millones de dólares para elegir al nuevo Congreso. No hay paralelo en el mundo de una burguesía dispuesta a desembolsar tanto dinero para elegir a sus diputados. Lo lograron, y hoy Brasil tiene el peor Parlamento de toda su historia: una pandilla de conservadores y corruptos que acaban de imponer el mencionado régimen neoesclavista:
“Trabajé muchas veces con hambre, sin nada que comer. Nadie aguanta trabajar todo un día sin comer. Mi almuerzo era chupar caña, el sufrimiento queda en el rostro. Trabajé en haciendas, ingenios, plantas, y el pago era casi nada”, expresó Cícero Guedes, hace unos años durante un encuentro del MTS. “Trabajé, trabajé y no veía cómo mejorar. La esclavitud es cuando a una persona no le respetan su dignidad y es humillada”, dijo este hombre que tiempo después fuera asesinado cerca de una planta azucarera. Este duro testimonio fue recogido por la agencia internacional IPS y testimonia que la esclavistud siempre ha sido un problema en Brasil, a pesar de su supuesta abolición.
“No podemos aceptar la importación de productos realizados en condiciones de esclavitud”, expresó una portavoz de la UE, para que la respete la prensa progresista, a pesar de seguir adelante con un tratado Mercosur-UE que va a agravar la situación de los pueblos sudamericanos. Por su parte, la respuesta del gobierno de Temer a las reacciones en su contra ha sido la represión salvaje. Para ello está el caso de Waldomiro Costa Pereira, histórico militante del MST que fue asesinado este lunes por cinco desconocidos que invadieron el hospital de la ciudad de Paraupebas, en el que ingresó el pasado sábado tras ser víctima de un atentado en el que había quedado gravemente herido. El pasado fin de semana Costa Pereira fue víctima de una herida por arma de fuego en su propiedad, en el municipio de Eldorado dos Carajás. Fue encaminado al Hospital General de Paraupebas, donde fue sometido a proceso quirúrgico, pero en la madrugada de este lunes cinco hombres invadieron el centro médico, rindieron a los vigilantes y lo ejecutaron. El militante era también sobreviviente de una matanza ocurrida en 1996 en la Amazonía, cuando acribillaron a 19 compañeros del MST y a pesar de que había renunciado hace dos años a su cargo como uno de los líderes regionales de Pará, aún era considerado uno de los militantes más importantes del movimiento campesino en la región.
Hasta ahora la pulseada, con la anuencia y aprobación de la prensa canalla y la justicia cooptada por la mafia gobernante, viene siendo favorable a Temer, y sus fuerzas están dispuestas a aniquilar al mismo Lula si hiciera falta. La crisis seguramente continuará por años, hasta que las masas se den cuenta de cómo las están explotando y esclavizando, y se agudice la lucha de clases en Brasil y toda América Latina. Eso será más que bueno. El desafío está en estimular a las grandes luchas de masas para lograr grandes cambios. Hay que organizar al pueblo para que luche. Llamamos a todos los militantes del MST y a las clases explotadas y humilladas de Brasil a hacer una huelga general indefinida que sólo puede concluir con el ajusticiamiento del presidente en Brasilia o en donde se lo encuentre (aunque sea hospitalizado por las deficiencias de su próstata), como hicieron sus mercenarios con el compañero Waldomiro.