El chavismo renace ante el estupor de la derecha llorona
por Alvaro Correa
El golpismo en Venezuela se halla exhausto y conmovido. Las guarimbas resultaron impotentes contra el gobierno de Maduro y el Manual del Golpe de la CIA y los libretos de los funcionarios diplomáticos yanquis fracasaron. El pasado domingo, el oficialismo triunfó en 17 de las 23 gobernaciones puestas en juego (aún falta definir la de Bolívar), sorprendiendo a propios y extraños, sacando fuerzas de una flaqueza y de crisis político-económicas extraordinarias. Almagro, Vargas Llosa y todos los voceros del golpismo anunciaban el fin del chavismo, lo veían groggy a Maduro, servidos en bandeja a los mercenarios de Trump…
Pero la realidad les dio una cachetada, y claro, denuncian y lloriquean que hubo fraude, y que lo que hay en Venezuela es una dictadura, y no una democracia auténtica, antagónica al modelo y sistema político estadounidense, copiado en todas las democracias occidentales. Es preciso considerar, que el índice de abstención fue el más bajo de Latinoamérica, mostrándose en las urnas una fuerte preocupación por el destino de la patria, en caso de producirse la tan ansiada caída del “régimen de Maduro”, como pontifican los periodistas de la prensa canalla.
El chavismo ganó y la iniciativa política está de su lado: tiene la Asamblea Nacional Constituyente en ejercicio, con la legitimidad de más de ocho millones de votos, y un mapa de gobernaciones a su favor. La derecha, en contrapartida, quedó fuertemente golpeada. l ala insurreccional/armada, centralmente Voluntad Popular (VP) y Primero Justicia (PJ), perdieron sus gobernaciones, incluida Miranda que estaba en manos de uno de sus más conspicuos líderes, el judío y agente de la CIA Capriles Radonski. En cuanto a Acción Democrática, se quedó con cuatro gobernaciones pero sin ser una amenaza para el PSUV.
Reducido a su mínima expresión el enemigo interno, sale a la luz que el verdadero enemigo es Estados Unidos, y su patota de la Unión Europea, que le dan lugar y cabida a las quejas y miserables contubernios de la derecha venezolana. Esto no significa subestimar las posibles reacciones que puedan generarse dentro de Venezuela, articuladas o no internacionalmente. La derecha ganó en Zulia y Táchira, zonas estratégicas, fronterizas y petroleras, donde pululan paramilitares colombianos y mercenarios israelíes, ya preparados para iniciar una guerra “a la Siria”, con la Sexta Flota rumbeando al norte de país y Temer facilitándole instalaciones y bases militares al ejército estadounidense.
Ante este panorama, la estrategia de la derecha continuará desplegándose con ataques incendiarios a instituciones (y personas) chavistas. De cualquier modo, las elecciones son sólo un momento dentro del proyecto bolivariano, que se plantea construir el socialismo del siglo XXI seriamente. En este sentido, la revolución es más que las victorias en las urnas, es centralmente una construcción de poder ideológico, cultural y territorial, lograr independencia económica a partir de una nueva institucionalidad comunal. El pueblo venezolano ha demostrado tener capacidad de resistir las provocaciones armadas guarimberas, enfrentar la guerra económica, y dar los primeros pasos para la sociedad del futuro. Venezuela, contra los augurios de quienes poetizaban su caída, -retomando la lección de José Martí-, está de pie y puede enfrentar nuevas formas de guerra y ganar. Esto representa una victoria para el país, un mensaje hacia Trump y todas las derechas latinoamericanas que están rabiosas con este triunfo y el recorrido heroico de la Revolución Bolivariana.