Bono: lobbysta de plutócratas y amigo de la nueva derecha

por Hugo Muleta

A diferencia de otros rockeros millonarios, Paul David Hewson, cantante y líder de la banda irlandesa U2, está empecinado en mostrarse como un influencer de fuste, un ser humano bondadoso dedicado a la filantropía y causas “humanitarias”. Aparente defensor de los desfavorecidos del planeta y de aliviar la pobreza en el mundo, no ha reparado en codearse y farfullar –al igual que la “globalmente” amada madre Teresa de Calcuta- con presidentes, líderes y celebridades de todo el planeta, incluyendo a George W. Bush y otros seres de esa ralea, para postularse como Nobel de la Paz o a cualquier negocio que dé ganancias millonarias en menos de un segundo.

Como miembro de Amnesty Internacional, se cree impune para imponer sus impresiones en países que desconoce por completo. Tal es el caso de Argentina, donde aprovechó para visitar a Mauricio Macri, y salir de la reunión demostrando respeto y admiración por el presidente, conforme con sus balbuceantes alocuciones y su supuesta explicación sobre el paradero de Santiago Maldonado. Si Bono está contento, entonces está todo bien, amigo. Ya se le fue toda preocupación, se llevará millones de dólares de La Plata, y alguna promesa de Macri de, en vez de lavarla como siempre, entregarle una parte de su dinero a Bonito para sus causas nobles y agrandar la hipótesis de quienes lo ven como una persona “políticamente correcta”. Resulta un poco incoherente sostener charlas de amigos con los opresores y mafias que gobiernan actualmente la mayor parte del mundo para solicitarles que dejen de ser neoliberales y mafiosos.

Pero vayamos a los hechos. Maldita Realidad tiene la capacidad de infiltrarse en los salones hipervigilados de la Casa Rosada. Hipócrita contra hipócrita, cínico contra cínico, la conversación entre Mauricio y Bono se reproduce a continuación:

M.M.: ¿How are you, man?

Bono: Fine, it is a pleasure for me, Mr President, Trump told me that you are an excelent person, and my friend Merkel also.

M.M.: They are right, they are right. Argentina is succesful, our economy now is fantastic. Poverty is less since I get the power.

Bono: Oh, brillant! But tell me, ¿where is Santiago Maldonado?

M.M.: We are doing our best effort to give a solution. We are searching in all the Patagonia. Somebody might seen something. It is like the Nisman case. The truth at last appears.

Fotógrafos interrumpen el diálogo para mostrar el regocijo de los plutócratas. Arriba a la sazón el ministro del Interior Marco Peña Braun, admirador del cantante irlandés, y se arma una charla más relajada y putona, donde Bono diserta sobre las ventajas de Holanda como residencia fiscal, siendo uno de los países “serios” donde menos impuestos se les exige a los fugadores de capitales. También les interesó a los dirigentes del PRO su opinión sobre el catolicismo de la caridad, de cómo se puede lavar el alma y purgar los pecados entregando dinero de vez en cuando a los hambrientos africanos, o aprovechar el momento y tratar de parar el genocidio contra los rohingyas (no así el de Yemen o el de los palestinos, ya que muchos de sus amigotes le pidieron que no haga referencia a ellos).

La verdad es que, más allá de ser un simple músico y participar de una banda célebre, nunca nadie le pidió a Bono que se convirtiera en líder de causa alguna, y menos que haga un marketing de sí mismo tan penoso y errático. Es hora de que alguien le informe quién es Mauricio Macri, y qué es lo que está haciendo con la Argentina. Se ve que no lee Maldita Realidad, y por eso puede ser fácilmente amigo de la nueva derecha, jactarse de ello, y de alabar a uno de sus representantes más encumbrados, astuto siempre en asegurarse la impunidad de sus delitos.

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