La puerta sin cerrar
Pasaron muchos años pero al final vino un golpe
y pensé en la puerta sin cerradura que había que cerrar.
Soplé la luz, golpeé el suelo y levanté ambas manos en rezo a la puerta.
Pero el golpe sonó de nuevo, mi ventana era ancha; trepé al alféizar y salté afuera.
De vuelta sobre la ventana saludé con un “Entre” a quien fuera que estaba golpeando la puerta.
Al siguiente golpe vacié mi jaula para esconderme en el mundo y cambiar con la edad.
Poema de Robert Frost, traducción de HM