La brazada
Por cada parcela por la que me agacho para agarrar
pierdo alguna otra de mis brazos y rodillas,
y toda la pila se desliza, botellas, bollos,
los extremos demasiado duros para comprender a la vez,
pero no tengo nada por preocuparme de dejar abandonado.
Con todo tengo que sostener con mano y cabeza y corazón,
si fuera necesario, haré lo mejor para mantener su construcción en equilibrio en mi pecho.
Me agacho para prevenirles mientras caen;
luego me siento en el medio de todas ellas.
Tuve que tirar la brazada en el camino
e intentar apilarlas en una mejor carga.
por Robert Frost, traduce HM