El jardín de Dios
Dios hizo un hermoso jardín esparcido con flores adorables,
y un estrecho y angosto sendero que no estaba crecido.
Y a este hermoso jardín trajo al hombre para que viviera y dijo:
‘A ustedes, mis hijos, les doy estas flores adorables.
Podad mis viñas e higueras, tratad con cuidado mis flores,
mantened el sendero despejado, vuestra casa está al final’.
Luego vino otro maestro que no amaba a la humanidad,
y plantó en el sendero flores de oro para que los hombres las buscaran.
Y los hombres vieron las flores brillantes que refulgían al sol,
escondidas las espinas de la avaricia que envenena la sangre y el hueso;
y muy lejos varios vagabundearon, y cuando vino la noche de la vida
todavía buscaban las flores de oro perdidas, inermes y solitarias.
Oh, deja de prestar atención al encanto que enceguece tus ojos enloquecidos,
mira hacia arriba, al brillo de las estrellas en los cielos despejados de Dios.
Sus caminos son puros e inofensivos, y no se descarrían,
brindan ayuda a vuestros pasos errantes para mantener el estrecho sendero.
Y cuando el sol brilla con resplandor tiende las flores que Dios le ha dado
y mantiene el camino libre que os conducirá al paraíso.
Robert Frost, traducido por HM