Por una vez, entonces, algo
Otros me enseñaron a mantenerme arrodillado en los bordes del pozo
siempre mal a la luz, así que nunca viendo más profundo que donde el agua
me devolvía en una imagen brillante de su superficie,
yo, en el cielo de verano como un dios
mirando desde una corona de helechos y nubes hinchadas.
Una vez, intentando con el mentón contra el borde del pozo,
discerní, mientras pensaba, más allá de la imagen,
a través de la imagen, algo blanco, incierto,
algo más de las profundidades, y luego lo perdí.
El agua vino a relevar el agua demasiado clara.
Una gota cayó de un helecho y luego, un murmullo
sacudió todo lo que yacía en el fondo,
borrándolo, anulándolo. ¿Qué era aquella blancura?
¿La verdad? ¿Un guijarro de cuarzo? Por una vez, entonces, algo.
de Robert Frost, traducción de HM