La necesidad de ser versado en cosas del campo
La casa se ha ido para traer de nuevo al cielo de medianoche el brillo de un atardecer.
Ahora la chimenea estaba por toda la casa que se levantaba,
como los pistilos luego de que los pétalos se han ido.
El granero opuesto al otro lado del camino,
que pudo haberse reunido con la casa en llamas
si ésta hubiese sido la voluntad del viento,
fue abandonado para llevarse con ellos el nombre del lugar.
Ya no se abrió más con todo un borde
los equipos que vinieron por el empedrado
para batir el piso con casos apremiantes
y cepillar el césped con la carga de verano.
Los pájaros que vinieron a él a través del aire,
volaban adentro y afuera por las ventanas rotas,
su murmullo era más como el suspiro que suspiramos
por haber vivido demasiado en lo que fue.
Aún para ellos el lila renovó su hoja,
y el olmo añoso, aún tocado con fuego
y la bomba seca lanzó un arma incómoda,
y el poste de la cerca llevaba un hilo de alambre.
Para ellos no había nada realmente triste.
Pero si bien se regocijaron en el nido que mantuvieron,
uno tiene que ser versado en cosas del campo,
para no creer que Phoebe lloró.
Poema de Robert Frost, traducido por HM