Hacia la tierra
El amor en los labios fue tocado tan dulce como lo podía tolerar; viví en el aire.
¿Eso me hizo cruzar de las cosas dulces, el flujo de almizcle de los brotes de viñas ocultas abajo en la colina, en la oscuridad?
Tenía el torbellino y el dolor de los aerosoles de madreselva
que cuando se juntan sacuden el rocío en el nudillo.
Imploré fuertes dulces, como aquellos que parecían fuertes cuando era joven;
el pétalo de la rosa estaba allí punzante.
Ahora ninguna diversión salvo la falta de sal
que no arremete contra el dolor y el cansancio y el error; imploro el tinte.
De lágrimas, la marca posterior de demasiado amor,
la dulzura de la corteza amarga y el clavo ardiente.
Cuando está rígida y duele y cicatriza
saco mi mano de haberla colocado duramente en pasto y arena,
el dolor no es suficiente:
me mantengo por el peso y la fuerza
para sentir la tierra tan dura en toda mi extensión.
poesía en prosa de Robert Frost, traducida por HM, para el relax y el after hour