La montaña
Elegía de Robert Frost, traducida por HM
La montaña sostenía al pueblo como en una sombra
que ví tantas veces antes que me durmiera en una ocasión:
noté que había perdido estrellas en el oeste,
donde su cuerpo negro se cortaba en el cielo.
Parecía cerca de mí: la sentí como una pared
detrás de la cual me escondía de un viento.
Y aún entre el pueblo y ella encontré,
cuando caminaba al amanecer para ver cosas nuevas,
los campos, un río y más allá, más campos.
En aquel tiempo el río estaba cayendo,
y hacía un estruendo impresionante sobre los guijarros;
pero los signos mostraban lo que había hecho en primavera;
el buen césped arruinado, y en el pasto crestas de arena,
y madera a la deriva despojada de corteza.
Crucé el río y merodeé alrededor de la montaña.
Y allí encontré a un hombre que se movía tan lento
con bueyes de cara blanca en un carro pesado,
parecía que no había mano para detenerlo.
‘¿Qué pueblo es éste?’ pregunté.
‘¿Este? Lunenburg’.
Entonces estaba equivocado: el pueblo de mi permanencia,
detrás del puente, no era el de la montaña,
pero sólo sentía a la noche su sombría presencia.
‘¿Dónde está su ciudad, muy lejos de aquí?’
‘No hay ciudad, sólo granjas desparramadas.
Fuimos como sesenta votantes la última elección.
Por naturaleza no podemos crecer mucho más:
eso ocupa toda el espacio!’
El movió su aguijón. La montaña se mantuvo allí para ser señalada.
La pastura corría un poco al lado del camino
y luego había una pared de árboles con troncos:
después de eso sólo topes de árboles,
y riscos imperfectamente ocultos entre las hojas.
Un barranco seco emergió debajo de los arbustos, en la pastura.
‘Eso se ve como un camino. ¿Es el sendero para alcanzar la cumbre desde aquí?
No para esta mañana, pero en algún otro momento:
debo regresar para el desayuno ahora’.
‘No le aconsejo que lo intente desde este lado.
No hay un camino apropiado, pero aquellos que han subido, entiendo,
treparon desde Ladd.
Eso es cinco millas para atrás. No podrá confundir el lugar:
lo registraron el último invierno como camino para ascender.
Yo lo llevaría pero tengo que ir a otro lado’.
‘¿Usted nunca la escaló?’
‘Estuve en las laderas cazando ciervos y pescando truchas.
Hay una quebrada que nace en ella en alguna parte,
he oído que justo en la cumbre, es una cosa curiosa.
Pero qué le interesaría de la quebrada,
siempre está fría en verano, caliente en invierno.
Uno de los grandes sitios para ver
su vapor en invierno como el aliento de un buey,
hasta los arbustos a lo largo de sus extremos,
una pulgada de profundidad con las espinas y cerdas escarchadas,
usted conoce el tipo. ¡Entonces dejen que brille el sol sobre ella!’
‘Debería haber una visión alrededor del mundo desde una montaña como esa,
si no estuviese tan despejada de bosques hasta la cima’.
Vi a través de frondosas pantallas grandes terrazas de granito al sol y en sombra,
bancos donde descansar una rodilla al levantarse,
con abismos escarpados detrás de ella de cien pies de profundidad;
o gire y siéntese y mire arriba y abajo,
con pequeños helechos en las grietas en su codo.
‘Para eso no puedo quedarme. Pero está la primavera,
justo en la cumbre, siempre como una fuente.
Eso merece ser visto’.
‘Si está ahí. ¿Usted nunca lo vio?’
‘Creo que no hay duda de que ha estado allí.
Yo nunca la vi. Capaz que no está justo en la cumbre:
no debe ser demasiado lejos yendo hacia abajo
para que haya una cabeza de agua desde arriba,
y una buena distancia hacia abajo no debería ser considerada
por nadie que haya ascendido tanto.
Una vez le pregunté a un tipo que estaba escalando
que viera y me contara después cómo era’.
‘¿Qué dijo?’
‘Dijo que había un lago en algún lugar de Irlanda en la cima de una montaña’.
‘Pero un lago es diferente. ¿Qué de la primavera?’
‘Nunca escaló lo suficiente para ver.
Por eso le aconsejo que no lo intente por este lado.
El lo intentó. Yo siempre quise ir y verme, pero usted sabe cómo es:
no parece mucho trepar una montaña,
usted ha trabajado alrededor del pie toda su vida.
¿Qué debería hacer? ¿Irme con mi mameluco,
con un gran garrote, el mismo que cuando las vacas
no han descendido a los palenques para la hora del ordeño?
¿O con una escopeta para un oso negro extraviado?
‘No parecía que realmente estaba dispuesto a treparla’.
‘Yo no la treparía si no quisiera, no por el motivo de escalarla.
¿Cuál es su nombre?’
‘La llamamos Hor: no sé si es correcto’.
‘¿Puedo caminar uno alrededor de ella?, ¿estaría demasiado lejos?’
‘Puede manejar y quedarse en Lunenburg,
pero será lo máximo que puede hacer,
las líneas limítrofes se mantienen muy cerca de ella.
Hor es el municipio, y el Hor del municipio,
y unas cuantas casas esparcidas alrededor del pie,
como peñas quebradas desde el precipicio superior,
que rodaron un poco más que el resto’.
‘¿Dijo calor en diciembre, frío en junio?’
‘No supongo que el agua haya cambiado para nada.
Usted y yo sabemos lo suficiente para entender que es caliente
comparado con frío y frío comparado con caliente.
Pero toda la diversión está en cómo se dice una cosa’.
‘¿Usted vivió aquí toda su vida?’
‘Siempre desde que Hor no era más grande que un-‘
Qué, no escuché.
Condujo a los bueyes hacia él con leves toqueteos
de su delgado aguijón sobre la nariz y el flanco externo,
les dio las órdenes de marcha y comenzó a moverse.