Decadente Pejotismo en la encrucijada

por Leila Soto

Aún sin saber de qué la juega Randazzo con su mutismo selectivo no se puede dejar de pensar en los dinosaurios que hay detrás del new hipster de Chivilcoy. Como si la decadencia del partido radical y del partido socialista no les afectara, la lacra que se autodenomina peronista cree en la inmortalidad de los grandes partidos políticos. Craso error. El PJ ya había tenido una  estocada casi fatal con Menem.

Para quienes las máquinas de coser de Evita son folklore histórico, el peronismo había perdido su “valor de marca” en la cruda etapa neoliberal de los noventa. Pero la madurez, las circunstancias y la historia colocaron a las masas, al pueblo, las clases subalternas o como quieran llamarlas, nuevamente con un peronismo que los volvía a representar. Es difícil asegurar que el liderazgo pragmático de Néstor fue inteligente al resucitar al PJ como instrumento de poder electoral. Las críticas de la izquierda y la clase media bienpensante siempre le criticó “el aparato”, los “barones del conurbano” y todo eso. Los más pragmáticos pensamos que se pudo construir un espacio de poder que no sólo acompañó la oleada progresista regional, también alimentó a una generación con pan, leche y carne. Posibilitó el crecimiento educativo de grupos muy postergados. No parece poco. Además, facilitó la irrupción al poder de una líder mujer con atributos de  inteligencia, convicción y pasión. No es difícil conocer mujeres así, las hay en todos los ámbitos y condiciones sociales. Sólo que muy pocas veces pueden pasar el techo que esta cultura patriarcal y machista impone. Tanto es así, que aún se siente el perturbador impacto que tiene su liderazgo en oscuros operadores como Alberto Fernández, siempre dispuesto a complotar a favor del establishment y la oligarquía. Ni que hablar de los viejos patoteros de la CGT. Basura somo los Daer, escondido detrás de un candidato posmoderno como Florencio. Del alcornoque de Massa sólo se puede decir que parece el eterno candidato con capacidades diferentes: su carencia de carisma, oratoria, agudeza mental o conocimientos es notable. Lo diferente en su caso son las capacidades para continuar imperturbable siendo “la nada misma”.

Para los que se preocupan por la suerte del campo popular en esta audaz y riegosa jugada de Cristina se sugiere calma y fortaleza. Ni siquiera es necesario que la voten o que acompañen la campaña del Frente. Sólo se espera que se involucren con una dirigencia con la que tengan la confianza de que no van a claudicar, que acompaña y defiende en los momentos de crisis. Si es la izquierda que también intenta renovarse, bueno, adelante. Si es el Frente Ciudadano mejor. Porque allí si no le gustan los modales de Cristina, tienen a dirigentes en calidad y cantidad, que provienen de distintos espacios: Moreau, Taiana, Sabatella por mencionar algunos. Hay que ayudar a que trabajadores y trabajadoras den su voto a quienes en verdad los representan. Esta es la campaña para derrotar a los medios hegemónicos y sus discursos alienantes. No se trata de ganar o perder poder parlamentario solamente. Acá se juega la disputa de sentidos: ¿para qué queremos el Estado? ¿A quienes debe beneficiar, proteger y promocionar?

Es la batalla contra los mensajes de individualismo salvaje de los medios que colocaron a la derecha en el gobierno. Esa sociología barata con la que explican por qué hay que guadañar pensiones, generar legiones de desocupados y excluidos. El pobre no sólo se está quedando sin oportunidades, sin educación y sin bienes. Además, como en la alegoría de la caverna, los exponen a una representación de la realidad. Expuestos a una televisión abierta que da asco por lo putrefacta. No respetan a los menores, no se sensibilizan con los más vulnerables. Están todo el tiempo, como si fuera cadena nacional, alimentándola con personajes putañeros, misóginos, babosos y además bipolares porque un día están contra la violencia de la sociedad patriarcal y al minuto los culos, las tetas y los cuernos llevados con “dignidad” son lo único que rescatan de las mujeres. Hay que ir contra esa malvada maquinaria de alienar. La mayoría de los esclavos modernos los capitalizan con los productos idiotizantes de Tinelli. El látigo se reemplaza con las zanahorias burguesas: Miami, dólares, celulares. Mientras tanto: sigamos humillando a los excluidos, sospechemos de ellos, seguramente te cortan la calle sólo por envidia, para joder a los ciudadanos que son unos piolas bárbaros como Macri.

Cualquier partido político que todavía piensa en términos burgueses del siglo XX deberá morir como ese decadente modelo de liberalismo. No importa cuánto gatopardismo sean capaces de producir, hay situaciones irreconciliables, hay una nueva generación haciendo fuerza por vivir dignamente, solidariamente unidos. A ellos ya no los representa ningún viejo partido ni tampoco sus políticos que se empecinan en un status quo violento por injusto. No importa si Cristina pierde en esta elección, ¿qué sería perder? Si perder significa despegarse de la mierda del PJ, en Maldita Realidad queremos eso. Lo demás es pura especulación barata.

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