La esposa de la colina
poema de Robert Frost, traducido por HM
Ese lugar era demasiado solitario para ella,
y salvaje también, y desde que no había allí nadie excepto dos de ellos, y sin chicos.
Y el trabajo era escaso en la casa,
ella era libre, y lo seguía adonde él surcaba el campo o talaba troncos.
Ella descansó en un tronco y tiró las papas fritas,
con una canción sólo para ella en sus labios.
Y una vez fue a quebrar una rama de un aliso negro.
Se extravió tan lejos que apenas escuchó cuando él la llamó,
y no respondió, no habló ni retornó.
Se paró, y luego corrió y se escondió en el helecho.
El nunca la encontró, aunque miró en todos lados,
y preguntó en la casa de su madre si ella estaba allí.
Repentina, y rápida y liviana como dieron los lazos,
él aprendió de finalidades al lado de la tumba.