Evo Morales y la esperanza de América
por Alvaro Correa
Está más rodeado y vigilado que terrorista libio en Manchester. La CIA y la DEA lo han acosado por todos lados, le han hecho mil trampas y le juegan sucio permanentemente. Hoy sus vecinos están embarcados en gobiernos de derecha y la aplicación de duros programas y ajustes neoliberales que marcan el paso de la globalización trumpera. Con Chile tiene el mismo problema de siempre, agudizado por un conflicto diplomático que aún retiene a dos militares y siete aduaneros bolivianos arrestados por autoridades chilenas la última semana de marzo bajo cargos de robo de un camión con productos y la intención de robar otro más, siendo recluidos en el penal de Alto Hospicio, en el norte del país trasandino, hoy tan visitado por la repugnante clase media argentina que va de shopping a comprar zapatillas o celulares. Evo ya le explicó diez veces a Bachelet que todo el procedimiento fue ilegal, que los recogieron en territorio boliviano y que sus hombres no estaban robando ningún camión, sino cumpliendo funciones en su lucha contra el contrabando. Incluso twiteó: “La sentencia del Canciller de Chile, Muñoz, de mandar a prisión a compatriotas bolivianos, se cumplió. ¿Cuál independencia de poderes?”. Evidentemente, parecería que los carabineros no han respetado los derechos humanos de estos “hermanos” latinoamericanos. El racismo y belicismo de las fuerzas armadas de Chile se pasea orondo y aún es admirado por millones de sus compatriotas. En definitiva, ahora disfrutan de sus rehenes, la oligarquía chilena en plenitud. ¿Qué más se puede decir de cómo están las cosas podridas con Chile?
También tiene a Perú, “otro grano en el orto” resulta este presidente que tienen medio yanqui. Era mucho mejor Humala, con él las cosas mejoraron en el Titicaca, por más que ya esté definitivamente condenado a la contaminación. Es el mundo injusto y asqueroso que engendra el capitalismo. Ahora están reforzando sus políticas de derecha. El viejo ya se ha transformado en un títere de Trump. Está todo perdido también por ese lado.
Arriba tenemos también a Brasil, manteniéndose el circo y la dictadura de Temer a pesar de que O Globo le bajó el pulgar. ¡Eso sí que es increíble! Y a la oligarquía brasileña, representada por ese medio, le interese imponer las leyes temerarias de flexibilización laboral, por no decir reesclavización de millones de negros y desocupados. Si llegan a imponerlas tiene que haber una nueva revolución. Mejor irse con los Sin Tierra a luchar a machete limpio en la selva –piensa Evo, el primer y único presidente indígena de América.
Y por el otro lado, el Paraguay de Cartés, una pinturita cómo tuvo que dar marcha atrás con la reelección. Ahora quiere perpetuarse de otra manera, como diputado y empresario mafioso también puede manejarse un país. Presionar, controlar las fuerzas armadas y policiales, por supuesto el narcotráfico, con una explotación de mis hermanos indígenas que indignaría y pondría los pelos de punta a Bartolomé de las Casas.
Y ni qué hablar de lo que tenemos abajo. Bolivia sí que está rodeada, carajo. Ese cachafaz monigote de Macri que pretende comprarme invitándome a la Bombonera. “Que se anime a jugar al fútbol conmigo el puto, lo voy a cagar a patadas”. Luego del exabrupto onírico hay que describir lo que está haciendo el estúpido en Argentina: fabricando millones de pobres a toda velocidad, hundiendo a la industria nacional, armando paisajes de miseria y desolación espantosa, destruyendo todo lo que construyó Cristina y apresando a hermanas de raza y alma como Milagro Sala.
A pesar de todo ello, hay que contemplar hacia otros horizontes, más hacia el norte, para encontrar la esperanza del continente. Allí está el bueno de Lenin Moreno que le ganó la pulseada a una derecha tan recalcitrante como la venezolana, o la de cualquier país de la región. Dando sus primeros pasos, es verdad, pero sin dudar de que continuará el rumbo de Rafael, hacia un Ecuador soberano e inclusivo para los “hermanos”, los desposeídos de la tierra que andan tan mal –o peor- que en la época del Che.
Y sobre todo, hay que mirar a María de Jesús Patricio Martínez, más conocida como Marichuy, elegida este domingo como la candidata del Congreso Nacional Indígena a la presidencia en las elecciones de 2018. Nacida en la comunidad nahua de Tuxpan, Jalisco, esta conocedora profunda de la medicina tradicional y vocera de profesión, recibió el respaldo de 58 etnias indígenas de México durante el congreso celebrado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Casualidades lascasianas aparte, 848 indígenas entre delegados y concejales de todo el país, se integraron en tres mesas de trabajo para diseñar el propósito y estrategias, funcionamiento y organización y vinculación con otros sectores de la sociedad civil, en la campaña de Patricio Martínez.
Ya el subcomandante Galeano —ex Marcos—, declaró que “las cuestiones fundamentales de la maltrecha nación mexicana no se deciden ni en el poder ejecutivo ni en las cámaras legislativas ni en el poder judicial”. Carlos González, miembro del CNI, expresó con claridad las intenciones del Congreso de etnias mexicanas: “Las elecciones son por excelencia la fiesta de los de arriba, el espacio y la forma como los finqueros de este mundo construyen y reconstruyen el consenso político que ocupan para seguir acumulando ganancias y poder hasta el infinito. Queremos colarnos en esa fiesta y queremos echárselas a perder hasta donde podamos”.
Y en el New York Times se animan a decir: “Resulta imposible pronosticar si el CNI logrará recaudar las firmas necesarias para registrar formalmente a Marichuy como candidata independiente. Suceda lo que suceda, está claro que la propuesta ha sacudido al sistema político mexicano. La insumisión e irreverencia de los pueblos indígenas de México abre nuevamente un resquicio que permite entrever la posibilidad de hacer política de otra forma y, por qué no, el milagro del surgimiento de un país radicalmente distinto”.