Esperando un campo en la oscuridad

poema de Robert Frost, traducción de HM

En los sueños las cosas son como espectros,

moviéndose entre altos montones de heno ligeramente apilados,

ingreso solo sobre el campo con rastrojo,

de donde las voces de los labradores han muerto tarde,

y en la antifonía del resplandor crepuscular

y elevándose la luna llena,

me siento sobre el lado lleno de la luna del primer montón de heno

y me pierdo entre tantos como yo.

Sueño sobre las luces opuestas de la hora,

previniendo la sombra hasta que prevalezca la luna;

sueño sobre las águilas nocturnas poblando el cielo,

cada circuito con un vago grito ultraterreno,

o hundiéndose de cabeza con furioso tañido a lo lejos;

y en las mudas travesuras del murciélago, que pareciera

que débilmente ha descubierto mi lugar secreto,

sólo para perderlo cuando hace piruetas,

y buscarlo interminablemente con prisa apabullante;
en la última barrida de la golondrina; y en el desapacible sonido,

en el abismo de olor y crujido a mi espalda,

aquello, silenciado por mi llegada, encuentra una vez más,

luego de un intervalo, su instrumento,

e intenta una-dos-y tres veces si estaba allí;
y en el libro ajado de la vieja canción dorada

no lo traje aquí para leer, parece, sino para sostenerlo

y refrescarlo en este aire de dulzura marchitándose;
pero está en el recuerdo de un ausente la mayoría,

para quienes fueron hechas estas líneas cuando debieran saludar a su ojo.

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