Maple

La certeza de su maestra debe ser Mabel,

bautizada Maple la primera vez que supe su nombre.

Ella le preguntó a su padre y él le dijo ‘Maple, Maple está bien’.
‘Pero la maestra dijo que en la escuela no había un nombre como ese’.
‘Los maestros no saben tanto como los padres sobre los chicos’, dile a la maestra.

Dile que es M-A-P-L-E.

Preguntale si conoce un arce.

Bueno, fuiste bautizada luego de un arce.

Tu madre te puso el nombre.

Tú y ella sólo se vieron al cruzarse en la habitación de arriba,
una viniendo de este modo a la vida,

y otra yéndose de la vida, ¿sabes?
Así que no puede tener mucho recuerdo de ella.

Ella te había estado mirando por un largo rato.

Puso su dedo en tu mejilla tan fuerte

que casi te hace un hoyuelo, y dijo ‘Maple’.

Yo lo dije también: ‘Sí, por su nombre’.
Ella asintió. Entonces estamos seguros de que no hay un error.

No sabía lo que ella quería decir,

pero parecía como una palabra que hubiera dejado para proponerte

ser una buena chica, sé como un arce.

Como un arce para que adivinemos.

O para que una pequeña niña adivine alguna vez.
No ahora, al menos no debería intentarlo demasiado duro ahora.
Paso a paso te diré todo lo que sé

sobre los diferentes árboles, y también algo
sobre mi madre que tal vez pueda ayudar’.
Palabras peligrosas que emergen solas para sembrar.

Afortunadamente todo lo que ella quería de su nombre entonces

era reprender a su maestra con su día siguiente,

y darle un susto como de su padre.

Cualquier cosa más allá había estado desperdiciada en ella,

o de ese modo trató de pensar para evitar la culpa.
Ella podría olvidarlo. Cualquier cosa menos olvidarlo.

Lo que él sembró con ella durmió por mucho tiempo un sueño,

y vino tan cerca de la muerte en la oscuridad de los años,

que cuando se despertó y vino de vuelta a la vida

la flor era diferente de la semilla madre.

Un día volvió vagamente al vidrio,

mientras se paró diciendo su nombre bien alto,

golpeándola suavemente a través de sus ojos caídos

para dejarla ir bien del modo en que se veía.

¿Qué había sobre su nombre?

Su extrañeza dejaba ver demasiado significado.
Otros nombres, como Lesley, Carol, Irma, Marjorie,
no significaban nada. Rose podía tener un significado

pero no lo tenía cuando se fue. (Conocía a una Rose.)
Esta diferencia con los otros nombres

era advertida por la gente, y la destacaba a ella.

(O lo notaban o lo entendían mal.)
Su problema era descubrir qué preguntaba

sobre el vestido o el estilo de la chica que lo portaba.

Si ella pudiera formarse una noción de su madre,

lo que pensaba era adorable, y bueno.

Este era el hogar de la infancia de su madre,

la casa con un piso alto en frente,

tres pisos al final como se presentaba en el camino.

(El arreglo hizo un sótano placentero y soleado.)
La habitación de su madre era aún la de su padre,

donde podía ver la foto de su madre desvanecerse.

Una vez que encontró una marca en la Biblia

pensó que una hoja de arce debía estar esperando por ella allí.
Leyó cada palabra de las dos páginas en que estaba apretada,

como si estuviera hablándole la madre.

Pero se olvidó de poner la hoja de vuelta al cerrarla

y perdió para siempre el pasaje para leerlo de nuevo.
Sin embargo, estaba segura, no había nada en él.

Así que se buscó a sí misma, como cualquiera se busca a sí mismo,

más o menos externamente.
Y su búsqueda interior, aún cuando fuese plena,

podría aún haber estado en lo que se le concedió para que leyera,

y pensar un poco, e ir a estudiar a la ciudad.

Aprendió taquigrafía, qué era lo que la taquigrafía

tenía que ver con ello, se preguntaba a veces.
Así, hasta que se halló en un lugar extraño

para el nombre Maple que le habían traído,

tomando dictado en una hoja de papel y,

en las pausas cuando alzaba los ojos,

observando una ventana con historia del siglo diecinueve

una nave trabajando con movimientos distintos a los de un avión,

y un rugido vago y discordante sobre el río

más allá la ciudad más alta construida con manos.
Alguien estaba diciendo con tonos tan naturales

que casi escribió las palabras en su rodilla,

‘¿Sabés que me recuerdas a un árbol, a un arce?’

‘¿Por qué mi nombre es Maple?’
‘¿No es Mabel? Pensé que era Mabel’.
‘Sin duda escuchaste a la oficina llamarme Mabel.
Tengo que dejar que me llamen como quieran’.

Ambos se agitaron por creer que él debería haber adivinado

sin su nombre su misterio personal.

Hizo que pareciera como si hubiera algo que ella había perdido.

Así que se casaron, y llevaron el hogar de fantasía para que viviera con ellos.
Una vez fueron en peregrinaje a lo de su padre

(la casa con un piso alto enfrente,

tres pisos del lado en que se presentaba al camino)
Para ver si no había un árbol especial debió examinar el terreno detenidamente.

No pudieron encontrar ninguno,

no más que un simple árbol por sombra,

y menos una arboleda para una huerta de azúcar.

Ella le contó sobre la marca de la hoja de arce en la gran Biblia,

y todo lo que recordaba del lugar marcado con ella

‘Ofrenda de olas, algo sobre ofrenda de olas decía’.

‘¿Nunca le preguntaste directo a tu padre?’

‘Sí, y me disuadió alguna vez, creo’.
(Esta era su memoria borrosa del modo

en que una vez hace mucho tiempo su padre la había desanimado.)
‘Porque si no te dijeron es porque debía haber algo

entre tu padre y tu madre que ninguno de nosotros puede entender’.
‘¿Yo tampoco?
¿Dónde estaría el bien de darme un nombre

para llevar en la vida y nunca saber su secreto?’
‘Y entonces pudo haber sido algo

que un padre no podría decirle a su hija

como podría hacerlo su madre.

Y nuevamente hubo un lapso para la fantasía,

‘Podría ser demasiado malo para él tener que pedir disculpas

trayendo esto cuando ya es demasiado viejo.
Tu padre nos siente alrededor con esta búsqueda,

y nos mantiene a raya innecesariamente,

como si no supiera la pequeña cosa

que nos condujo a un descubrimiento.
Era tan personal como podría serlo,

el modo en que vio que era contigo que debía decir a tu madre,

ella vivió, debería estar tan lejos nuevamente de haber nacido para cargarlo’.

‘Sólo una mirada más con lo que dices en mente y me resigno”,

aquella última mirada llevó a nada.

Pero igualmente ahora renunciaron a la búsqueda para siempre,

se aferraron a lo que uno había visto en el otro por inspiración.

Probaba que había algo. Mantuvieron sus pensamientos alejados cuando

los arces se pararon uniformes en cubos,

y el vapor de savia y nieve rodó por la casa de azúcar.

 

Cuando la hicieron relacionada a los arces,

era el árbol que corrió a través del fuego del otoño

y barrió las hojas de cuero, pero dejó la barca descorchada,

aún no blanqueada por ningún humo.

Siempre toman sus vacaciones en otoño.

Una vez que vieron a un arce en un claro,
parado solo con sus delicadas ramas levantadas,

y cada hoja de follaje que vestía
yacía escarlata y rosa pálido a sus pies.
Pero su edad los apartó de considerar a éste.
Veinticinco años antes en el bautizo de Maple

difícilmente pudo haber sido una planta de semillero de dos hojas,

que una vaca próxima podría haber lamido en su pastura.

¿Pudo haber sido otro arce como ese?
Revolotearon por un momento cerca del descubrimiento,

lo suficiente figurativo para ver el símbolo,

pero carentes de fe en que algo signifique

lo mismo diferentes veces para diferentes personas.
Quizás una timidez filial los preserveró en parte

de pensar que podía ser una cosa tan nupcial.

Y de cualquier modo llegó demasiado tarde para Maple.
Ella usó sus manos para cubrir sus ojos.

‘No podríamos ver el secreto si lo supiéramos:

ya no lo buscamos más’.

Así fue como obtuvo su significado un nombre, dado en muerte,

hizo el matrimonio de la chica y gobernó en su vida.

No importa que el significado no fuera claro.

Un nombre con significado puede traer un niño,

traer el niño de las manos de los padres.

Mejor un nombre sin sentido, debería decir,

dejando más oportunidad a la naturaleza y el feliz azar.
Llamen a los niños con ciertos nombres y vean lo que pueden hacer.

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