Macristas disputan las calles a millones de argentinos empujados a la pobreza extrema

(Agencia Maldita Realidad)

Ya pasó marzo, el mes de las movilizaciones y las protestas contra las políticas económicas –si es que se las puede llamar de tal modo[1]-, implementadas por el gobierno de Cambiemos durante sus primeros quince meses de gestión. Ya pasó un mes de conflicto docente, principalmente en la provincia de Buenos Aires pero en casi todo el país, donde los niños y jóvenes argentinos dejaron de recibir educación, por una cuestión salarial ligada al título de la presente crónica: los sueldos básicos que cobran los docentes, al igual que los de jubilados y millones de trabajadores, tanto formales como informales, se hallan por debajo de la línea de la pobreza, y en miles de casos, de la indigencia. Así, el paisaje urbano de Buenos Aires, y de las principales ciudades del país, se transformó abruptamente respecto de 2015, multiplicándose en forma vertiginosa la cantidad de habitantes de las calles, echados de sus trabajos y de sus viviendas, caídos en desgracia por quitas de ayudas esenciales, como los medicamentos para los adultos mayores, programas de salud de atención primaria, aumentos de tarifas que asfixiaron económicamente a las clases medias, haciéndolas descender rápidamente hacia un abismo que parece no tener fondo (ni “salida al final del túnel”, como manifestó en una ocasión la brillante vicepresidenta Michetti). Por eso, desde los científicos a los metalúrgicos, desde los bancarios a los judiciales, los camioneros y los canillitas, las organizaciones sociales que nuclean a familias de barrios carenciados, millones de personas tienen motivos para manifestarse, hacer cortes y piquetes, y han salido en las noticias durante el mes recientemente culminado, sin que “la política económica” y el rumbo del gobierno PRO varíen un milímetro en la perfecta aplicación de un plan de ajuste y destrucción de la industria nacional implacable y veloz.

Ya ha comenzado abril, y el primer día hubo una gran manifestación a favor del presidente, en contra de los cortes, a favor del hundimiento de millones de compatriotas en la miseria más espantosa. A pesar de que la mayoría de los excluidos deambula en las calles cual zombies entregados a su suerte (la represión de las policías de la ministra de seguridad Bullrich), el encarcelamiento o la muerte por simple inanición o alcoholismo, los oligarcas y energúmenos que creen el relato macrista (más bien clarinista o magnetista) se han animado y han marchado a la plaza de Mayo a vivar al presidente y a la gobernadora, a putear a la cretina y a dar rienda suelta a su argentinismo y republicanismo, cantando el himno nacional como patriotas severos. Han podido expresar su odio a los negros vagos que no trabajan y su satisfacción por “el estado de las cosas”, aún cuando se vean afectados por la crisis social y económica extrema que vive el país, y que como se explicó precedentemente, se plasma en las calles de todos los barrios, hasta en los countries donde se esconden los pudientes. Se olvidaron que la pobreza aumenta la inseguridad, y que el hambre y la explotación extrema muchas veces acaban generando revoluciones que afectan la credibilidad del sistema capitalista global. Pero ello no importa, fueron a “defender la democracia”, obviamente, acicateados y organizados furtivamente por los think tanks y trolls manejados por el ministerio del Interior, cuyos funcionarios líderes se cansaron de aparecer en los medios para aclarar que ellos no “tuvieron nada que ver”, que todo fue espontáneo y “transparente” como las maniobras delictivas de su jefe (y las suyas propias) que a diario son denunciadas por los únicos medios opositores que presenta el panorama de la prensa local, y ninguneadas por los miles de medios que defienden al gobierno y que participaron del evento. Los chetos de barrio norte estuvieron de parabienes, están en la gloria, Mauricio sigue adelante con su extrema imbecilidad e incompetencia a cuestas. No se puede ser golpista en la Argentina, hay que respetar las instituciones que parieron a semejante adefesio, o esperpento, como bien lo calificó el presidente de Venezuela. Por eso, esta semana está programado un paro sin movilización de la CGT.

[1] Simplemente se trata de un puñado de CEOs y amigos del presidente, del colegio Cardenal Newman, que desde que iniciaron sus funciones se dispusieron a saquear las arcas del Estado y distribuir más desigualmente que nunca en la historia la riqueza en Argentina.

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