Empédocles y el fuego devorador

Ayúdate y Dios te ayudará     

Me parece claro que si uno se ayuda con eso basta, ya no hace falta ningún dios.

Fue el santo Bartolomé quien vio a un limosnero pedir en las calles de Roma que emitió la máxima. Terminó en la parrilla, ya que el limosnero resultó ser un espía romano y acto seguido lo denunció a las autoridades ¿Le habrá molestado lo que le dijo?.

Dios aprieta pero no ahorca

San Clemente y San Lorenzo discutían acerca de las bondades del señor. En realidad Clemente se quejaba de los tiempos duros que les tocaba vivir y la persecución que sufrían, le respondió Lorenzo la frase de más arriba, que titula la anécdota. Posteriormente fueron arrojados a los leones. Dicen que Clemente tenía razón.

El fuego todo lo purifica

Bueno, llegamos a la frase favorita de la Inquisición y de todas las dictaduras. Si hablamos con los bomberos de la fábrica de Haedo no creo que piensen igual. Hace siglos que los humanos se dieron cuenta de que las cosas pasadas por fuego y que iban a estar en contacto directo con el cuerpo, provocaban menos malestares (alimentos, instrumentos quirúrgicos, etc.) porque, aunque no lo sabían con precisión, el fuego mata gérmenes, virus y bacterias. Pero los pecados no son virus, ni bacterias, sino pensamientos y acciones, de modo que es imposible que el infierno purifique nada. Fue Heráclito el primero en ver al fuego como comienzo de todo. Sin embargo fue Empédocles quien se tiró al Etna para purificarse. Raro, ¿no?

Donde pongo el ojo pongo la bala

Se atribuye al cura Domingo Priseslao, (1565–1601), alias el libidinoso, Madrid, que dijo esta frase mientras hinchaba su pecho de orgullo frente a unos seminaristas recién llegados. Somos todos pecadores, Cios nos perdone. Amén. Este famoso cura era acusado de varios delitos contra la Iglesia. Y mientras sonreía intentando ocultar su preocupación el Santo Oficio se hizo presente en el recinto sagrado. Ya podemos imaginar el final, ¿o no?

Más vale pájaro en mano que cien volando

 Se le atribuye al cura Sebastián Acolpos, quien frente al pedido de su feligresía respondía ante todos los pedidos “Dios proveerá”, tomando su miembro disimuladamente.

O si tenemos en cuenta esta premisa como cierta podríamos llamar a la tierra “insectolandia”. Pero se me ocurre que hay muchos paralelismos que podríamos hacer con los humanos, el 5% de la gente es rica y lleva un buen pasar mientras el resto de la humanidad, hoy unos 7.000.000.000, pasa hambre. ¿Se comportarán como insectos los ricos, siguiendo la línea del capitalismo cada vez más salvaje? ¿O se comportarán los pobres como animales al devorarse y destruir a los ricos?

 

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