Sentado junto a un arbusto en la ancha luz del sol

Cuando extendí mi mano aquí hoy

no atrapé más que un rayo

que sentí entre mis dedos;

ningún efecto de él persiste.
Hubo un tiempo y sólo uno

cuando el polvo tomó el sol;
y de ese único consumo de fuego

todas las criaturas aún suspiran cálidamente.

Y si los hombres han observado un largo tiempo

y nunca vieron el limo herido por el sol,

de vuelta a la vida y arrastrarse,

no estaremos bien preparados para la burla.
Dios declaró una vez que era verdadero,

y luego tomó el velo y se retiró,

y recuerdo cómo un silencio final

descendió del pasado sobre el arbusto.

Dios una vez habló con la gente por el nombre.

El sol una vez dispersó su llama.

Un impulso persiste como nuestro aliento,

el otro persiste como nuestra fe.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *