Análisis del discurso de María Eugenia Vidal

por Leila Soto

Escuchar a Maria Eugenia “Heidi” Vidal con su tono meloso hablando de la educación pública y de lo mal que hacen los paros hiela la sangre. Porque quienes no se asustan con el discurso de inseguridad, de miedo permanente, entienden de qué va la filosofía vidalista. Mientras que el presidente Mauricio Macri, con muy poco carisma y talento, quiso recrear los cínicos argumentos y conceptos de Carlos Menem en su afrontamiento del conflicto docente (más allá de su guiño doncorleonesco para que linchen o hagan alguna crueldad con el líder gremial Baradel), Vidal arremetió de frente y temerariamente contra los gremialistas.

La gobernadora está a cargo del problema más acuciante que enfrenta en la actualidad el gobierno, sabe que simbólicamente y por diversos factores, el disciplinamiento docente es fundamental para su proyecto. Allí es donde se concentra el grueso del sistema escolar argentino. Allí es donde el sentido común de muchos trabajadores sencillos se construye, escasamente politizados, pero saturados hasta el hartazgo de TN, Intratables y todos los éxitos del discurso hegemónico.

En esa máquina infernal de contenidos que viraliza estupideces en forma constante y esconde lo importante, las familias abrevan sus indicadores de “verdad”. Allí es donde corroboran los males de la escuela, los males de la sociedad (culpa de la escuela), los males de la política y del gremialismo. Allí es donde les venden la peligrosa idea de que incluir es siempre un problema y no una necesidad o una solución. Allí es donde convierten al pobre en un resentido en vez de un solidario. En una persona insegura, que no apuesta a lo público porque la convencieron de que el cumplimiento de los días de clases es la panacea del problema educativo. No importa que sean los mismos docentes en uno u otro establecimiento, que no existan diferencias significativas en su formación, en su reconocimiento salarial o inclusive que tengan garantizado acceso a mejores recursos educativos. El pobre ya está convencido de que su “nene” está en una mejor escuela porque la “paga”, se sacrifica, y en las apariencias estéticas y de días de clase “parece” que es mejor. No importa que las  comerciales pruebas de calidad educativa como las PISA inclusive terminen refutando que tanta inversión se traduzca en mejores resultados para las escuelas privadas.

Es verdad, la educación pública está en una crisis y en un dilema. El dilema es cómo encarar la crisis de calidad: si incluyendo o excluyendo. Para Vidal se resuelve con esfuerzos individuales, de familias que ya casi no saben qué es la meritocracia, pero se conmueven con su gobernadora hablándoles engoladamente en primera persona. Aunque eso signifique excluir a los que “no quieren estudiar y sólo van para cobrar el plan”.

Cual locutora de FM o evangelista iluminada, Heidi asegura que la humildad y el trabajo la colocaron en ese lugar. Que ella representa los intereses “tuyos” porque conoce a Juanita o a Pepe. Porque se enfrenta a mafias y porque el mundo no se había descubierto antes de su gestión. Pero su falsa humildad, impecablemente construída desde el discurso y en la forma de leerlo (a diferencia del vago de Mauricio que seguro no lo repasó), oculta un engaño. Simplemente, propone que la salida de cualquiera de las crisis (educacional, de seguridad, energética, de salud) es por la vía individual, donde unos pocos, blindados con discursos que insisten con leit motivs irritantes como transparencia y eficiencia, sabrán salir adelante.

Ya sabemos que eso no es posible, como no es posible ser “eficientes y equitativos” cuando la política principal del gobierno es, por un lado asfixiar y arruinar a las clases más bajas, hasta lograr el anhelado “target” de pobreza 0 (no importa que sea aniquilando económicamente y por ende, exterminando a los pobres); y por el otro, hacer negocios con los bienes del estado y otorgar prebendas a los amigos ricos y poderosos. Cuando se subejecuta al 50% del presupuesto de Salud no es posible ser eficiente, es como ponerse medio preservativo, o utilizar la mitad de las pastillas anticonceptivas. La subejecución sólo es una forma más de ajuste, una forma más de burlarse de la vida del argentino medio. Lo mismo ocurre con la educación. Escatimar el sueldo a los docentes es disciplinar al pobre. Si el policía y la maestra tomaran conciencia de su rol social no podrían aceptar dócilmente la forma en que se los manipula. Pero ya sabemos que la astucia de la gobernadora es convencer a quienes no representa, ni en intereses ni en solidaridad ni en nada de lo que falsamente diga. La hipótesis es que el discurso de la gobernadora fue redactado por alguien que estudió en el ámbito público, y el de Mauricio está hecho por alguien formado en alguna escuela privada con nombre inglés. No importa corroborarla, sólo da pena pensar que con mejores o peores recursos discursivos inoculan a las personas con un sentido común que sólo sirve a los poderosos.

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