XVII. La investigación de lo sublime

Muerto Alí, todos los estudiantes de la Universidad se desmotivaron y comenzaron a sacar notas bajísimas. Los profesores también sintieron el golpe, y no estaban en condiciones psicológicas para dar clases. Fue entonces que Carlos decidió decretar un mes de duelo, durante el cual no hubo actividades académicas excepto los Talleres de Drogas y el Laboratorio de la Locura, que se mantuvieron abiertos para superar el triste final del héroe piquetero. El clima de pesadumbre logró despejarse con la reanudación de las clases, y se requirió que Pepe y otros cabecillas sermonearan a los estudiantes, advirtiéndoles que Emilio sólo podía sentirse orgulloso en el trasmundo si veía que sus alumnos lo tomaban como ejemplo y luchaban con coraje y alegría por obtener un poco de justicia y comida para los más necesitados. Sus amigos y seres queridos de Mar del Plata, luego de su muerte, se habían dedicado decididamente al robo y la prostitución, y su círculo más íntimo planificaba una venganza contra los policías que lo asesinaron. Las repercusiones del acto bárbaro que acabó con la vida de Alí eran difíciles de ponderar, y podían hacer tambalear al gobierno de Argentina y otros países del Cono Sur.

En el plano estrictamente académico, su sucesor fue Miguel Rodríguez, el líder de Desocupados Crónicos, quien se graduó con una tesis excepcional. Como titular de Cirrosis I, Ariel fue el encargado de leerla, evaluarla y ponerle calificación. Los mecanismos de corrección que se empleaban en la Universidad eran muy exigentes, hasta llegar a un extremo de afectada exquisitez. Iban contra todas las corrientes pedagógicas y teorías de aprendizaje imaginables, desde el constructivismo al conductismo atroz, que era para el líder piquetero la fuente de todo saber ligado al Ocio y la Desocupación (no se trataba de un mero parloteo insustancial). Nadie tenía la palabra definitiva y se guiaban por principios caprichosos, juicios terminantes del profesor que corrigiera. Ariel se fijaba en la capacidad literaria del futuro egresado. Con dicha disposición se dispuso a leer la tesis de Rodríguez:

La investigación de lo sublime

Trabajo inspirado en el recuerdo de Emilio Alí

Introducción

Como paria y excluido social, amante de atorrantes y el vino en cartón, esta investigación se inició mientras estaba recostado bajo la sombra de un árbol, entresoñando cómodamente con las piernas cruzadas. ¿Qué veía? Un pedazo de cielo cruzado por cables y palomas cagonas que gorjeaban dichosas en plena primavera, pero no era conciente de ellas. ¡Cómo podía serlo con miles de compañeros arrastrando su dignidad por las calles en búsqueda de dinero o emociones amorosas! ¿Cómo concentrar la mente en nimiedades carentes de gracia y estilo? ¡No, imposible! Uno debe seguir adelante por otro lado, eludiendo los obstáculos y las piedras que pone el destino en el camino de la vida; es decir, cuando uno abre los ojos, comienza a responderse la pregunta esencial: ¿qué es lo mejor que se puede ver? La realidad, aunque sea horrible y odiosa, y tendrá un trasfondo de belleza en los mendigos tirados con sus piernas gangrenadas que adornan algunas esquinas de la ciudad, lo que resulta pintoresco para los europeos.

Ariel hizo las siguientes anotaciones en su computadora: «¡Qué bueno es el hijo de puta! Me fascina. De su planteo se desprende que es marxista de corazón, un intelectual puro. De cualquier modo, la introducción es muy loca y eso me gusta.»

Lo que se ve con claridad en esta realidad es cómo los asesinos y estúpidos se pavonean en las calles, mientras que a los valientes y a los ingenuos se los encierra en cárceles hediondas, y cómo se reprime a las familias que piden tierra o comida. Esto, en síntesis, en una iluminación o entendimiento cabal del funcionamiento de la sociedad organizada bajo el sistema capitalista, que exuda natural malignidad humana. Y eso no implica que también sea una ruin fantochada. A lo largo de los hermosos años que atravesé en los claustros de Desocupación logré acumular ricas experiencias, pero no se me ocurría ni una puta idea para el trabajo de investigación que debía presentar. Siempre deseé que me consagrara como un pensador y conductor de masas fuerte y decidido, con un gran sentido de la moralidad y de lo que es justo o injusto en la realidad que veía bajo el árbol, rascándome la panza y sonriendo. Y vinieron a mis ojos imágenes sublimes basadas en la bondad de algún hombre macanudo que no podía reconocer. Entonces me dije: ¡Pucha! ¿Por qué no hago una investigación sobre lo sublime?

Comentarios del titular de Cirrosis I: Nunca vi algo así, ¡con qué soltura se expresa y cómo maneja la lengua! Se adapta a cualquier cerebro, es pasmoso, me deja suspendido en una suave flotación, casi eterna. Esto lo debo chequear en las máquinas del Laboratorio de la Locura. Fernando compró un programa informático que permite verificar si estas páginas fueron escritas por Rodríguez. Resulta muy extraño que sea tan distinto cuando habla, a mí me causa la impresión de un trepador y paciente oportunista, que sabe vivir sin apuros y sin someterse a las leyes del capitalismo. ¿Hay paisaje, hay filosofía? De manera tremenda se presentan ambos en su realidad: es concreto y directo, nada de artilugios lingüísticos. Además de sus hijos, el tipo tendrá un montón de herederos. Esto es algo más que un vaticinio gitano. Al fin y al cabo, la soledad absoluta de los muertos es lo mejor, y eso Rodríguez lo comprende y lo intenta esquivar. Veamos:

Planteamiento del Problema

Nubes tóxicas recorren el éter. Los viajes etéricos no tienen parangón. Dos o tres veces por año vienen muy bien. La primera vez que tomé lo decidimos en las rondas nocturnas de vino. Sólo conversábamos amigablemente y nos pasábamos el cartón. Bartolo propuso entonces ir al hospital y conseguir un poco de éter o morfina. A todos nos pareció raro porque no eran drogas de moda. Pero Bartolo siempre conseguía sus objetivos.

-Es fácil, cuestión de distraer a las enfermeras y listo. Además, lo necesito porque mi hígado está bastante destrozado –me acuerdo que dijo mi largo y rengo compañero de andanzas.

Esto ya representaba un pequeño problema. Los agentes de policía nos basureaban y humillaban constantemente, no nos dejaban disfrutar de la vida y el aire fresco. Si nos llegaban a cazar la íbamos a pasar realmente mal. De todos modos, no era el problema de fondo. Yo intuí, utilizando un razonamiento inductivo, que el éter iba a acercarme a lo sublime, que me iba a elevar a zonas divinas del conocimiento, alejándome en contrapartida de la chotez en que nos hacen caer los policías. Teníamos que escabullirnos con habilidad y prontitud. Así que nos paramos. Con nosotros estaban el indio Canuto y Rulos, que ahora están inscriptos en la carrera de Ocio y piensan especializarse en Cirrosis. Son dos hombres serios que han comenzado a estudiar tarde y venden changuitos al menudeo. En los supermercados y fruterías les dan los carros averiados y ellos los reparan con ingenio, atándoles algún pedazo de cartón o madera a las partes dañadas de la estructura. Aparte son divertidos y cuentan anécdotas geniales. El indio es dientudo y tiene un cabello hermoso. Su edad es indefinida y siempre está con talante sereno. Su rostro de antropoide adquiere de vez en cuando algún que otro rasgo sombrío que revela y refleja la resistencia de su raza, pues además de ser un marginado social es toba, y tiene un aguante lógico que le gana la simpatía de las viejas comadronas del barrio. Ahora está contento y acostumbrado a dormir en la calle. No importa que vengan los policías y lo despierten a patadas. El es feliz así. Respecto de Rulos, se puede afirmar que tiene un puesto de choripanes en el parque, que le gusta mucho un equipo de fútbol perdedor y que eso lo saca permanentemente de sus cabales. Tiene varios hijos de madres distintas que lo visitan esporádicamente. Hemos pasado muchos momentos gratos y no los olvidaré. Entre ellos, esto que estoy relatando e involucra a la presente investigación.

Nos levantamos y encaramos para el hospital. (También debiamos aprovisionarnos de más vino.)

-A la vuelta –dijo Bartolo.

Justo nos encontramos con Enriqueta, la nueva novia de Rulos, quien la había desvirgado a la edad de cincuenta y dos años. Era un primor que nos ayudaba a concretar hazañas como la que nos ocupaba.

-Vos andá y decile al agente de la puerta que te quisieron violar en el parque –le dijo Rulos.

Ella le dio un beso en la boca, giró y se alejó contoneando su cuerpo escuálido y ridículo. Enriqueta cumplió su función de manera satisfactoria. Lo sedujo al agente y llevó al parque. A pesar de que se trataba de una agradable noche de primavera, había escasos transeúntes, y eso favorecía nuestros planes. Ingresamos a la guardia separadamente, cada cinco minutos para evitar sospechas entre los concurrentes. Bartolo nos condujo por una escalera oscura hasta un pequeño laboratorio de drogas que había instalado el doctor Rabinovich en el segundo subsuelo del edificio. El hospital Durand tiene sucuchos modernos, propicios para esconder documentación u objetos valiosos, como las drogas que acumulaba Rabinovich, un investigador nato y fuente de la cual nos nutrimos para abordar un tema tan delicado como lo sublime.

En sus investigaciones y estudios, Rabinovich, además de comercializar sus propias drogas y tratamientos terapéuticos, aborda lo sublime desde una perspectiva subliminal que le permite seducir con facilidad a sus lectores. Es decir, no apela a secuencias lógicas, procura caer simpático con actitudes incoherentes. Ya esto conforma una decisión que le resulta provechosa al fin. Así triunfó en congresos internacionales de didáctica de lo sublime, y creó escuela en Europa. Pues bien, lo sublime para él se acerca mucho al romanticismo, concebido éste como una pasión desbordante de exquisiteces, asociándolo a una filosofía hedonista que apuntala un Ocio y una Desocupación rayanas con la locura. Es interesante su planteo. Queda así expuesto el Planteamiento del Problema: En principio, trataremos de determinar qué carajo significa lo sublime, y yo agregaría, ¿en qué contribuye a la lucha social? Es decir, no hay imagen más sublime de la raza humana que el cadáver del Che Guevara. Cómo aprovechar este hecho o circunstancia es esencial para el desarrollo espiritual de las futuras generaciones de argentinos.

Comentarios de Ariel Sancho, Titular de Cirrosis I: Es increíblemente prístino su estilo. Debería hacerse un genocidio de escritores para limpiar un poco el mundo editorial, y que quede él solo para explicar los grandes enigmas del universo, todo eso oponiéndose a la posmodernidad y la globalización sin incurrir en brutales actos de hipocresía, como lo hace la mayoría de los intelectuales modernos. De este modo podrán emprenderse las revoluciones sociales en Latinoamérica, encarrilarse hacia un gobierno duro de las masas explotadas, expropiarse las propiedades de los expoliadores… Estos son apuntes que intentan aportar a la solución del interrogante planteado por Rodríguez, que es muy preocupante si uno contempla la decadencia generalizada de la humanidad. Por ahora, no hay nada para corregir.

Justificación de la Investigación

El vacío que dejó Emilio jamás podrá suplirse. Como figura, vale tanto como Jesucristo, incluso lo suyo tendría un poco más de mérito, porque fue un hombre que iba más a lo concreto, a lo carnal y lo terrenal, lo prosaico y lo vulgar, que es donde se esconden las raíces de lo sublime. Sí, se puede aseverar que Alí fue un tipo más sublime y macanudo que el salvador de la civilización occidental, convertida hoy en una apoteosis de sus aspectos más repugnantes. Rabiosamente, el conocimiento puede provenir de cualquier parte. De hecho, los perros se comunican entre sí sin que intervenga la tonta razón humana, y todavía quedan en la selva amazónica muchos monos que son más inteligentes que los hombres decididos a cazarlos. Sobre todo en Ecuador, viven jíbaros y monos que si se lo propusieran, podrían contrarrestar la potencia del ejército yanqui.

Creo que estamos inmersos en una guerra, y que la imagen de Guevara trasciende sus ojos alucinados y muertos, y remite a una realidad palpable y dolorosa, contra la que luchó Emilio Alí con todas sus fuerzas. Me parece que eso basta para la Justificación: un ejemplo de nobleza y heroísmo, un kamikaze de la utopía. Bajo sus lecciones de vida pretendo crear e investigar estrategias que lleven lo sublime a la muerte y el horror. Lamentablemente, eso es lo único que puede inspirar la atmósfera pesada de Buenos Aires.

Profesor Corrector: No necesita explayarse demasiado y eso se nota. Espero que la investigación no se haga laberíntica, porque entonces sí me molestaría y lo bocharía calificándolo directamente con un cero.

Alcances y limitaciones de la Investigación

Iremos por un carril objetivo, dentro de un marco de modestas pretensiones, dado nuestro magro presupuesto. Entiéndase que soy hijo y nieto de célebres Desocupados, que me formaron desde mi niñez, y eso para los téoricos constructivistas es muy importante, en el sentido de que se deben consolidar los procesos de abstracción complejos de la Desocupación en una edad temprana, aproximadamente a los dos años. Eso en cuanto a los alcances, que se restringen a proponer un plan para terminar con la corrupción y la estupidez imperantes en la sociedad argentina contemporánea. Por su parte, las limitaciones son las propias del lenguaje humano, que impiden abordar lo sublime y convertirlo en algo práctico y útil para el corazón, el espíritu, el alma, o en donde diablos se encuentre la llama del amor, la tormenta de sol eterna que define los pasos y procedimientos que se han de seguir en la presente investigación.

Corregidor: La advertencia anterior no era una broma, la exageración también es una vía para arribar a lo sublime, y Rodríguez no la usa, empleando en cambio la brillantez de su poder de síntesis, su don especial para focalizar el objeto de estudio con certeza y claridad, conceptualizándolo sin eufemismos ni dilaciones, a las que son tan aficionados los investigadores europeos y norteamericanos. En este abordaje se parece a un pensador oriental: es manso y belicoso a la vez.

Objetivos de la Investigación

Más allá de la contribución científica que espero brinde este trabajo, se trata de una sencilla propuesta sobre lo que puede implicar la búsqueda permanente de estados sublimes del alma, en medio de una guerra en la que se intenta derribar el régimen de la globalización capitalista para propagar el Ocio y la Desocupación a todos los estamentos sociales.

Objetivo General

No extraviarse y perder el centro o el eje de la investigación. Esto es fundamental para hilvanar los distintos puntos que se van tocando. Por ejemplo, la aventura del robo de drogas en el Hospital Durand había quedado mal ajustada, tontamente inconclusa, y forma una base esencial de la perspectiva desde la cual concebimos lo sublime: el eterismo desatado. La puerta del laboratorio de Rabinovich tenía puesto un candado cuya solidez fue doblegada por un golpe de karate que aplicó Bartolo a su horquilla ferruginosa. Penetraron pues los tres silenciosamente, comenzaron a revisar los armarios y estanterías, hurgando entre frascos de todo tamaño, mecheros y ampollas de elegante diseño. Bartolo guió el «robo» y con gestos severos les indicaba a sus compañeros las drogas que convenía agarrar. El éter estaba guardado en un cajón con cerradura, junto con la morfina (la llave la tenía el médico judío en un compartimiento metálico de su maletín). A Rabinovich no le interesaba sintetizar o patentar nuevas drogas, tenía suficiente labor con la investigación de los efectos de las tradicionales. Bartolo se impacientó y vulneró el cajón con una cuchilla eléctrica que manipuló con destreza.

-Sos un capo –dijo Rulos.

-¡Sh! –imploró Bartolo, apoderándose del líquido divino.

Toda la operación no duró más que cinco minutos, se movieron y desplazaron con agilidad y sutileza. Al salir del laboratorio, Bartolo se tomó la molestia de volver a acerrojar la puerta. La rotura del cajón lo había apenado y se iba debiéndole una explicación al doctor que lo había introducido en vicio tan exquisito. El remordimiento era algo que le costaba tragar, arruinándolo como persona. Habían elegido básicamente sedantes y estupefacientes de elevada calidad, que colocaron entre sus ropas raídas y sueltas, pasando desapercibidos ante el personal de seguridad del hospital. De retorno al parque, compraron alegres en un supermercado chino seis cartones de vino. Venían cargados y dispuestos a acceder a lo sublime rápidamente.

En este contexto, me costaba cumplir con mi rol de investigador, y encima, yo era inexperto en cuestiones de Ocio y Desocupación, y me precipitaba, no aguantando la situación de estar esperando el éxtasis de un hallazgo extraordinario –yo intuía que iba a captar lo sublime en todas sus dimensiones, en la hedonista y en lo repugnante, oscilando entre lo espiritual y lo carnal-.

Anotación del Corregidor: Sus explicaciones son amables y recalca acertadamente los conceptos fundamentales que maneja. No soporta ninguna teoría y eso hace que la lectura del trabajo sea más dinámica y entretenida.

Canuto y Rulos me tranquilizaban, recomendándome que me relajara, diciéndome que la vida era un camino recto hacia la nada y que el éter necesitaba un cerebro calmo para asentarse y apropiarse del ser. Yo los comprendí de inmediato. Así que me senté y deposité un cartón al costado. Mientras Bartolo desempacaba el éter se discutió la metodología de absorción. Rulos había tomado la precaución de rescatar cuatro jeringas chinas, económicas y descartables, y propuso inyectarnos los cuatro a la vez.

-Creo que va a ser mejor embeberlo en algodón y aspirarlo con suavidad. Yo lo prefiero así, natural y sin tecnologías complicadas –dijo Bartolo.

-A mí me da lo mismo –declaró Canuto.

A esa altura de la discusión, ya había abierto el cartón y me había acostado boca arriba para ver el cielo: estaba estrellado y morado para una ciudad como la nuestra, con altos índices de contaminación y polución atmosférica. Mis colegas aguardaban que vertiera mi opinión sobre la ingesta. La verdad es que el algodón de Bartolo estaba roñoso, así que manifesté mi preferencia por el método de las jeringas. De este modo queda mejor hilvanado el punto que concierne a lo sublime en su vinculación el eterismo, el pequeño problema dentro de un problema mayor, que representó la forma en que debimos aprovisionarnos de la sustancia de acceso a lo sublime, y al mismo tiempo, queda expuesto el Objetivo General de nuestra investigación.

Objetivos Específicos

-Despachar unas cuantas verdades filosóficas que trasciendan y estimulen a millones de argentinos paralizados por la indigencia o la estupidez.

-Recapacitar sobre lo escrito acerca de la temática que tratamos, y extraer conclusiones valiosas que sirvan para mantener un óptimo estado de Ocio y Desocupación.

-Elaborar estrategias y métodos piqueteros que sean modernos y sublimes.

-Desmitificar a lo sublime como lo alto y elevado, intentando sondear sus aspectos repugnantes emparentados con la Cirrosis. Este movimiento investigativo está orientado a contemplar lo sublime como una energía que se desplaza en sentido horizontal, cuyos átomos giran dentro de cosas o sentimientos triviales, razón por la cual muy pocos individuos lo hallan cuando pretenden hacerlo en forma vertical, mirando al cielo.

Hipótesis de la Investigación

El trabajo que he elegido es muy riesgoso, conlleva el sometimiento a peligros concretos: pegarse porrazos al salir de estados de somnolencia, desmayarse o quedar inconsciente ante excesos en la porción de éter, con lo que no sólo se fracasa en la búsqueda de lo sublime, sino que se alcanza el real objetivo de toda existencia tomada en serio, que es morirse habiendo entregado algo digno e inmortal. Así que la hipótesis se basa en una clara intuición: voy a morir en el transcurso de la investigación, pero de alguna manera me las voy a arreglar para que quede escrita y publicable.

Corregidor: Maldito visitante de la eternidad y sabedor de la esencia condensada de las cosas y asuntos humanos, trae a colación cuestiones para nuestra ciencia. Espero que la hipótesis sea refutada por los hechos. Cuando la contraste con los resultados de su trabajo de campo quizá se lleve la sorpresa de estar vivo. Es tan honesto que jamás ocupará un cargo público, por suerte no le interesa dedicarse a la docencia.

Marco Teórico

No hay.

Corrección: Tendría que haber abundado un poco en la ausencia de teorías. Aunque sea justificar su abordaje de autodidacta que rechaza las ventajas de las nuevas tecnologías. Esto le bajará la nota unos puntos, ¡no puede ser tan escueto un marco teórico, no importa la calidad literaria de la investigación!

Marco Metodológico

Debí incorporarme y despejar las visiones del cielo –si se acuerdan que me había tirado en el pasto, esperando con serenidad una inyección de éter-, que no es otra la metodología que vamos a emplear. Yo nunca me había pinchado, y para tal solemne momento elegí a Canuto como mi iniciador. Con una sola mano, me limpió el brazo con alcohol, ubicó la vena y presionó la jeringa con cuidado, sosteniendo su cartón de vino con la otra mano. Así comencé a divagar hacia lo sublime, sintiéndome un náufrago contento por la incertidumbre y las imágenes que comenzaban a aparecer en mi cerebro, conciente de la trágica nimiedad del universo. Como ya estábamos embriagados por el alcohol, el éter implicó un empujón a las profundidades de un sopor propicio para que se le ocurrieran al investigador pensamientos sublimes.

Cabe aquí hacer una descripción, aunque sea desordenada, del proceso a través del cual mis compañeros arrojaron toda melancolía y se abocaron a viajar por el éter. Por supuesto que Bartolo lo inhaló introduciendo en su nariz el puño de su camisa, previamente enjabonada en el sucio baño público del parque.

-Si es un inhalante, hay que inhalarlo –arguyó ya en pleno vuelo, disfrutando de agudas sensaciones de felicidad.

Apenas terminó de aspirar el efluvio sagrado, comenzó a revelar los siguientes secretos, valiosos para determinar las diferencias entre distintos éteres.

-Los mejores son el gliceril y el sulfúrico, que combinan perfecto con el vino. El gliceril proporciona una noción más amplia de lo que es lo sublime, llegás a creer que un pedo es un símbolo sagrado, cuando en realidad esto es producto de la concentración de la dosis, en términos químicos hablo.

Su voz sonaba sobrenatural, me estaba dando una lección inolvidable.

-El sulfúrico, en cambio, se centra en la violencia y la furia que contenemos, los humanos como especie, en nuestro pecho. Remueve bastante las entrañas y le confiere a los tuétanos un cosquilleo que provoca una sana vibración en todo el cuerpo.

-Sin dudas –respondo, como un ciego creyente en que la verdad estaba brotando de sus palabras.

Rulos y Canuto, como seguramente lo escucharon en anteriores oportunidades, se fueron a dar una vuelta por el lago, donde jugaban niños con madres de caras angustiadas. Una multitud de palomas estaba siendo alimentada por un grupo de retardados mentales, pertenecientes a una institución judía que había enfrente del parque –ante la cual un policía se paseaba con aires de engreído-. Me hubiese gustado igualmente estar entre ellos dos, oír sus confidencias, registrar sus experiencias en la memoria, ya que tenía los tuétanos recargados.

-¿Y yo cuál éter tomé? –le pregunté a Bartolo.

-Del gliceril, por eso estás con el espíritu abierto.

-Pero quiero inyectarme del otro.

-Precisamente por eso.

-¿Y puedo?

-Esperá un ratito, ¿por qué no anotás lo que vas percibiendo?

Sigo la sugerencia de Bartolo. Y en modo abrupto, acuden a mi cerebro visiones de momentos que jamás viví, certezas de que la reencarnación es posible. Porque son detalles o datos de siglos pasados, conocimientos que sólo podían resultar útiles en la Edad Media. Y de hecho, el éter que recorre mi cuerpo me transmite un envión impresionante, trasladándome al siglo XIII, al instante de su descubrimiento, cuando un científico loco, con un alambique casero, provocó la deshidratación del alcohol etílico con ácido sulfúrico. Así el éter es una especie de vástago del alcohol y los líquidos ardientes que limpian en la sangre cualquier impureza, todo residuo peligroso. Viajo por el tiempo con una velocidad excitante, veo los hechos fluir sin que me anonaden. El comienzo de la edad moderna es un bodrio, y ya desde su nacimiento genera hastío. Por suerte llego pronto al año 1700, y me uno a una banda de universitarios europeos, literatos y holgazanes, que se recrean tomando éter. Cuando se les acaban las cubas de vino francés, tienen que sustituirlo con este agente químico que empleamos para indagar las distintas dimensiones de lo sublime. Me fastidian esos universitarios, son afeminados y engreídos, hombres histéricos con un nulo sentido de la caballerosidad. Hacen chistes pésimos y se creen que infringen la ley cuando le tocan los senos a alguna costurera. De todos modos, los abandono sin comprobar si el éter alteró sus costumbres decadentes o si se pudrió definitivamente su entorno burgués. Me apuro para avanzar hasta 1898, camino por Londres y contemplo espectáculos de pobreza iluminados por faroles y bujías húmedas. Vagabundos y mendigos son ultrajados por señores elegantemente ataviados que se desplazan en suntuosos carruajes. Una ramera se me acerca y me pide que la acompañe hasta su casa, que está en el medio de un oscuro callejón. Le cuento que estoy metido en el asunto del éter y ella me dice que las autoridades lo han prohibido.

-¿Cómo?

-Salió un decreto del rey. Aquí las leyes quedan asentadas en el Parlamento. ¿De dónde es usted? Habla con un acento muy extraño.

-Vengo de otro siglo, y eso que no soy aficionado al espiritismo.

La ramera me invita a su cuarto cachivachero. El sexo forma parte de lo sublime y tengo la oportunidad de confirmarlo.

-Estoy haciendo una investigación de lo sublime –le comento, mientras descansamos dulcemente abrazados.

-Me encanta participar en ella.

En el rato que estuvimos juntos, la ramera me hizo feliz. Cuando se duerme, salgo de la cama con sigilo y cierro la puerta despacio. Una espesa niebla cubre el callejón. Cientos de operarios textiles y mineros vagabundean por las calles en busca de éter o alcohol. Es muy popular el eterismo de esta ciudad que progresa aceleradamente, soliviantada por el cambio de siglo. Ya en el siglo XX detengo un poco mi marcha. Aparezco en Estados Unidos, Chicago, en plena ley seca. Ante los efectos de tan nefasta normativa, se incrementa el consumo de éter en la ciudad, y los habitantes se reúnen en piezas asfixiantes para embriagarse, aterrados por la violencia que impera en las calles. No me gusta para nada el nerviosismo que se percibe en la atmósfera, con todos esos gángsters ridículos que llevan al paroxismo la imbecilidad característica de la sociedad estadounidense. ¿Qué hacer aquí? Hay canallas por todos lados. Encima, los tontos mezclan el éter con bebidas empalagosas y sin alcohol, lo que resulta contraproducente para la quintaesencia del gliceril y acrecienta la estolidez. Ante tantas condiciones negativas, huyo y me introduzco en la Segunda Guerra Mundial, en pleno centro de Alemania. Los costos para sostener la batalla contra los aliados se fueron al diablo, la economía que se había solidificado con la conquista de territorios y recursos ajenos comienza a tambalear ante los desatinos que comete Hitler, que no se conforma con tener media Europa en su puño. Hay un notorio desabastecimiento de alcohol en Berlín y lógicamente se pone de moda el éter. Encuentro algunos soldados de licencia y atravieso con ellos largas veladas y orgías. En este punto de mi viaje logré elevar bastante mi alma. La guerra se extinguió y decayó mi interés por presenciar la artificiosa reconstrucción del país. Permanecer en Alemania comenzó a asquearme, así que partí al año 1959, y elegí Río de Janeiro para recalar. Pleno y fogoso carnaval, alegría pura de vivir, todos los días recibía regalos del cielo. El éter aquí se halla como ingrediente básico del lanza-perfume, producto contrabandeado de Argentina. Viene en pomos que se aprietan y lanzan una fragancia agradable que desinhibe y suscita una euforia avispada. Conozco mujeres negras que me transportan a sus casas en morros calientes. Son un sosiego para mi espíritu viajante. Las dosis de éter que probé acá fueron reducidas y eso revitalizó mi sistema nervioso. Una negra adivina me advirtió que el exceso de las dosis puede provocar gastritis y hasta muerte súbita. Quedo anclado por un tiempo en esta ciudad maravillosa, me concentro en mi trabajo y no me desvío del objetivo principal de la presente investigación: lo sublime se respira a cada segundo en la casita de esta negra adivina, que colabora haciéndome masajes cuando saco mi mirada de la computadora.

Ya se ha analizado el material y las técnicas investigativas utilizadas, fueron descriptos detalladamente los procesos a través de los cuales elaboré el trabajo de campo. La inhalación de éter demostró ser una poderosa herramienta para recoger datos preciosos de la realidad. Encima me sucedieron cosas sublimes. Se puede conjeturar, a esta altura, que la investigación será exitosa y que me voy a poder licenciar como Desocupado. De cualquier modo, todo depende del humor de quien la corrija.

Corregidor: Irreprochable abordaje empírico. Es sano que manifieste su inquietud por la suerte que correrá su trabajo. Una investigación de estas proporciones es difícil de ponderar. Hasta ahora sólo falló en el Marco Teórico, pero lo más importante son las conclusiones, el aporte que haga a la comunidad científica, al desarrollo del Ocio y la Desocupación en Argentina. Quedó expuesta en el éter universal su concepción de lo sublime.

Prueba científica

El éter que obtuvimos en el Durand se encuadra dentro de la amplia gama de los entactógenos, es una droga de diseño peculiar. Se adaptó el tradicional anestésico para tornarlo más psicodisléptico. Así se convierte en una droga de excursión psíquica. Rabinovich no es zonzo. Los fenómenos mentales que ocurren al consumirlo son especiales, modifican el humor y la conciencia de las personas. Durante toda la historia de la humanidad se han consumido enteógenos con la finalidad de provocar estados de éxtasis que conectan con todo lo divino, profundo y misterioso que puede haber en el planeta donde vivimos. ¿Y qué se consiguió? Que se planteen objetivos sublimes, inalcanzables para las mayorías esclavizadas y embrutecidas por una tecnología idiota. Esto prueba que lo sublime sólo puede ser abordado por unos pocos especialistas, siempre que lo hagan guiados por los aspectos repugnantes y desde una perspectiva belicosa, con una estrategia que busque expandir la revolución social, entendida ésta como la asunción al poder de las masas empobrecidas y la ejecución pública de distinguidos plutócratas y representantes de empresas multinacionales.

Anotación del titular de Cirrosis I: Su manera de hacer ciencia no se basa en el sublime absurdo de creerse dueño de un pensamiento de gran superioridad y profundidad, sino que presenta razonamientos simples, triviales y vulgares, con el estilo propio de un investigador modesto y coherente. Sus planteos no son de lata o cartón, como los de los intelectuales modernos que defienden un progresismo burdo. Este sublime absurdo de los intelectuales modernos es un arte ruin, una técnica al servicio de los voceros presidenciales, que lo utilizan con frecuencia para abogar por causas infames.

Análisis de los datos obtenidos

Mientras el viaje de éter se prolonga, trataré de remontarme de un terreno a otro de la investigación para aclarar algunas cuestiones que requieren un análisis más minucioso, moviéndonos siempre dentro de una dialéctica marxista, y tomando al Capital como un libro más trascendente que la Biblia, tanto en lo material como en lo espiritual, porque en la vida lo más importante son los hechos, el factum, lo que sucede en el plano de lo real. Hay que ser conciente del momento que uno está viviendo, sólo así se adquiere la fuerza para atravesarlo airoso. El éter no afloja y ondea en mis neuronas. Es lindo porque pule y acaricia mi mente, penetrando e invadiendo ambos hemisferios cerebrales por igual. Me da control y paciencia para proseguir la investigación, con una evaluación de lo ocurrido desde que inhalé el éter, hace aproximadamente cuatro horas. Primero quiero dejar establecido que…


-Pará un poco de escribir, no dejes que la ansiedad domine y arruine la experiencia –dijo Bartolo.

El cartón de vino está por la mitad y se me han ido las ganas de beber. Pasa un viejo mugriento acarreando un carrito y se lo ofrezco. Lo acepta y me dedica una oración de agradecimiento. Percibo con claridad cómo fluye el éter por todo mi cuerpo, desde la coronilla a las puntas de los dedos de mis pies, se introduce en mis ampollas y en las lastimaduras interiores anestesiándolas con suavidad. Rulos y Canuto retornan y me doy cuenta de que he perdido la noción del tiempo. Es una noche ventosa y fría pero el clima no me afecta. Canuto lió un cigarrillo y se puso a meditar. Rulos se acomoda contra el tronco de un árbol. Hay un silencio que me ayuda a escribir, todos alcanzamos fácilmente un estado de nirvana. Puedo distinguir que lo sublime está hondamente ligado a la desesperación humana, a la humillación y a la locura. En forma religiosa mis compañeros muestran una gran resistencia al alcohol, beben callados y contemplan la oscuridad. Sus mentes deben estar acechadas por imágenes divinas, gozan del momento con una serenidad asombrosa. El vigilante del parque vino a romper la eternidad que nos circundaba.

-¿Qué hacen, vagos? –pregunta.

Bartolo le convida vino, el vigilante lo rechaza y se aleja silbando.

Es raro el desarrollo de la presente investigación. Lo sublime se torna compacto y tarda en disolverse. En mi alma encuentro vestigios de una infancia pobre, recuerdos que se cristalizan así: un padre déspota con su mujer, un pedazo de pan duro, se insultan, pellizcan y agarran de los pelos. Nadie triunfa, mis hermanos lloran y me escondo debajo de la mesa. Ahí decidí que iba a ser piquetero, aún no existía la Universidad, el futuro era sombrío por donde se lo mirase. Siento que ahora estoy haciendo una catarsis de todo aquello.

Plan estratégico para aplicar lo sublime a la vida real

El mundo está desorientado en la era del ciberespacio, se confunden las cosas concretas con las virtuales. El amor carece de importancia. Al éter, por ejemplo, se lo ignora, se lo considera algo superfluo. Bartolo sería reprobado en los exámenes de ingreso al Ministerio de Educación. Las políticas educativas son guiadas por criterios monetarios. (Las fuentes que están enfrente de nuestra posición comienzan a echar agua, su murmullo me encanta.) Para que esta investigación no se quede en el plano teórico, empiezo a imaginar en qué se podría utilizar la potencia del éter. El aporte a la ciencia que pretendemos hacer se sustenta en la revolución social que hoy resulta imprescindible emprender.

Canuto se levanta y se despereza. Está cerca el amanecer.

-¡Qué soledad hermosa que hay! –exclama.

Así revive el diálogo entre nosotros. Rulos se da vuelta y acaricia el lomo de un perro triste. Bartolo está boca abajo, adivinando el porvenir. De pronto, afirma:

-Tenemos que hacer una buena acción, ya vieron que el robo de drogas nos salió bárbaro.

Tuve entonces una iluminación, sin poder determinar si surgió en mi cerebro o si provino de afuera, seguramente el éter había impulsado mecanismos inconscientes en mi cabeza que estaba trabajando en entera libertad. Fue así que se gestó la idea:

-Hay que matar al asesino de Emilio –dije.

Mis tres compañeros me observaron seriamente.

-¿Sabés dónde vive? –preguntó Rulos.

-En Mar del Plata –aseveró Bartolo.

-¿Y tendremos que ir hasta allá? –inquirió Canuto.

Evidentemente les había interesado mi proposición. Planificamos todo en dos horas. La organización piquetera Explotados Rabiosos lleva un registro con los datos personales de toda la policía bonaerense. Esta información entusiasmó a mis amigos.

-Sólo es cuestión de hacer un llamado telefónico –dije.

Viajamos como polizontes en el tren que sale de Constitución, mareados pero de excelente humor. Les caímos graciosos a los guardianes con nuestras muecas y comentarios filosóficos agudos. Les dijimos que íbamos a cirujear allá porque en la Capital estaba todo podrido.

-Sí, no son los primeros –aseguró el guardia principal.

Los caminos para zafar de la miseria son bravos en Argentina, se cae en el patetismo fácilmente. Queda bosquejado así el plan estratégico al que alude el título del presente apartado.

Bartolo, Canuto, Rulos y este investigador están en medio de una misión sublime. El tren se retrasó tres horas pero el viaje fue entretenido, nos quedaba todavía una importante reserva de éter y nos habíamos aprovisionado de más cartones de vino con fondos que habilitó gentilmente la Universidad del Ocio y la Desocupación. Tener una razón para abandonar el parque nos había puesto alegres, y más el hecho de vengar a Emilio. Ciertamente, la naturaleza humana es depravada y estaba comprobando este aserto en toda su dimensión. Ibamos a liquidar a un hombre de la peor especie.

Corregidor: Están contemplados todos los detalles del Plan, que se concibió de manera abrupta y sencilla (así nacieron todas las ideologías revolucionarias de la historia, desde el cristianismo en adelante). Se precisa mucha lucidez para que se postule un acto de justicia tan perfecto en el medio de una investigación de estas características. Aquí se condensa lo sublime, como sucedió con los atentados a las Torres Gemelas. El enemigo en un caso es Estados Unidos y en otro la policía bonaerense, que en definitiva defienden causas e intereses similares. La razón por la que Rodríguez se guía es natural, el éter despertó las zonas más sensatas de su cerebro y así se ha embarcado en este viaje a Mar del Plata, a los orígenes, a la fuente más exacta, la ciudad donde nació aquel ser sublime que fue Emilio Alí. Si bien es una ciudad insulsa y artificiosa, carente de encantos, alberga una población que puede desencadenar una lucha feroz y potenciarla a todo el país. Es un auténtico nido de indigencia y desocupación, el ocio ahí se dilata hasta ensanchar el tiempo, haciendo meses de días, y años de meses. Todo acaece con una lentitud sagrada en la llamada «Ciudad Feliz», mendigos y cirujas viven de parabienes allí. Se puede delinquir en armonía y progresar más allá de la nociva influencia del establishment. El enfoque de la misión es el apropiado. Ojalá se pueda cumplir sin obstáculos.

Llegados a la Estación Terminal de Mar del Plata, necesitábamos bañarnos y asearnos en forma urgente. El mar estaba caliente y marrón pero nos estimuló bastante. La arena era gruesa y húmeda, para nada disfrutable. Mientras chapaleábamos en la orilla nos desahogamos del extenso viaje cantando. Revoleábamos nuestras ropas como niños descarriados. Después de este útil recreo, compramos unos sandwiches de milanesa excelentes, reponiendo fuerzas y recobrando la concentración en nuestro propósito fundamental. Bartolo había vivido varios años en la ciudad, así que se orientó expeditamente y enseguida encontramos la vivienda del asesino. Era un rancho coqueto de los que abundan en Punta Mogotes, con varias antenas parabólicas y rejas electrificadas. Se lo había dado el gobierno como premio por haber eliminado a un hombre conflictivo como Alí. (Así encarrilan las cosas desde el poder estatal.) No nos costó demasiado hallar la forma de vulnerar la seguridad del lugar. Todavía nos quedaba bastante éter, e inhalarlo nos motivó para proseguir con nuestro objetivo. Bartolo dijo:

-Ahora tenemos que esperar que se asiente la noche. En un ambiente tenebroso nos podremos movilizar con mayor comodidad, como lo hicimos en el Durand.

Nos desplazamos pues a una zona boscosa donde nos conectamos con la naturaleza, orando y entonando cantos en memoria de Emilio. Desde algún abismo del más allá, nuestro santo compañero se relamía con la acción que íbamos a realizar. Fue su espíritu –su inteligencia-, el que nos sugirió un plan magnífico. Nos estremecimos de la emoción que nos provocó oír su voz clara y serena, atender a su consejo divino. Habíamos encendido una pequeña hoguera que empezó a despedir un humo balsámico. Estábamos silenciosos y un poco agotados, evaluando los métodos disponibles para cumplir con el objetivo. Fue entonces que Alí se comunicó con firmeza desde las profundidades de la villa 45, donde se habían incinerado y desparramado sus cenizas sobre su humilde hogar. Su voz viajó a nuestro círculo y se mezcló con el resinoso perfume que despedían las ramas recogidas por Rulos.

-Lo mejor es evitar riesgos. Hay un rifle con mira de extrema precisión enterrado en la cocina de mi casa. Me lo regaló un preso que conocí en Batán. «Por si la cosa se te pone espesa» –me dijo. En aquel tiempo me perseguían por alborotador pero me consideraban inofensivo. Creo que Rodríguez es el más idóneo para utilizarlo. Sólo debe treparse a un sauce alto que está enfrente de la vivienda. En mi casa van a encontrar sogas y hay una escalera liviana si resulta necesaria. Las balas que tira ese rifle traspasan cualquier coraza y los chalecos más sólidos, además de tener un excelente silenciador. El hijo de puta que me mató acostumbra a cenar a las once de la noche viendo televisión, pensando en qué va a hacer durante su retiro, en qué empresa de seguridad le conviene enrolarse. Desde el árbol Rodríguez podrá divisar ese panorama. Bartolo, Rulos y Canuto se encargarán de controlar que la calle esté tranquila, distrayendo y echando a los cirujas curiosos que merodean por aquel barrio.

La voz de Alí se apagó lentamente, alejándose hacia el cielo negro, a la par del humo de nuestra fogata. Costó levantarnos después de un instante tan sublime, pero teníamos que obedecer su mandato. A las dos horas, todo había sucedido como él lo había profetizado: la venganza se había consumado, el policía muerto ante el asombro de su familia, su cuerpo doblado sobre una pizza de muzzarella, enrojecida por la sangre que brotaba de su herida. Pude impactarlo en el centro del corazón con mi pulso sereno por la acción del éter. Descendí del árbol lleno de alegría. Nos dirigimos a la estación y de ahí a Buenos Aires en el primer tren que sale a las cinco de la mañana. Había amanecido con una luminosidad sagrada.

Contrastación de la Hipótesis

Aún vivo, con lo cual queda refutada la hipótesis.

Conclusiones de la Investigación

Como se vio, lo sublime puede conducir a la sensatez de cometer un crimen justo. El éter, como medio de acceso a lo sublime, demostró tener una efectividad indiscutible. La contemplación artística de lo sublime es algo soberanamente aburrido. En una investigación como la que emprendimos hay que arrancar de la experiencia los hechos concretos y materiales: de nada sirven los consuelos espirituales, sobre todo si se vive en un estado de desesperación mayúscula, como el que envolvía todo el tiempo a nuestro querido Alí, rodeado de seres hambrientos, atacados por crueles enfermedades, capaces de hacer las peores locuras, suicidas y marginales de toda clase. Lo sublime debe asociarse al heroísmo de hombres como Bartolo, Rulos y Canuto, que siempre me acompañarán en el gran sinsentido de la existencia.

Corregidor: Llega aquí el momento de la calificación. Si bien al final a uno le queda la sensación de que se le descalibraron los objetivos y que la hipótesis fue enterrada en una zona muerte de su cerebro, la investigación conserva una firmeza y espíritu central: se arribó a lo sublime mediante el éter, el crimen justo salió a la luz y parece un trabajo hecho con amor y dedicación. No obstante, también le falta un marco teórico sólido. El aspecto en que más se destaca es el revulsivo y tiene proposiciones concretas. Con tipos como él desaparecerá la imagen o la idea del piquetero como un hombre vago, alguien sólo interesado por sobrevivir con dádivas, gastándose parte del erario público en la organización de eventos orgiásticos donde se consume alcohol y se ensayan diferentes posiciones sexuales. La Universidad del Ocio y la Desocupación es la demostración de que ellos son seres pensantes, mucho más agudos y cáusticos que cualquier maestro de escuela o ministro de gabinete nacional, cuya insulsez es el polo opuesto de lo sublime. La tesis de Rodríguez se sostiene por su riqueza metodológica, contagia deseos de sumergirse en el éter. Está para ponerle un 7. Firma: Ariel, titular de Cirrosis I.

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