Mientras él escribe, sin mirar hacia el mar,
siente que la punta de su lapicera comienza a temblar.
La marea está descendiendo a través de los guijarros.
Pero no es eso.
No, es porque en aquel momento
ella decide entrar a la habitación desnuda.
Soñoliento, inseguro de dónde se encuentra ella por un momento.
Ella se recoge el pelo de la frente.
Se sienta en el inodoro con los ojos cerrados, cabizbaja.
Las piernas extendidas.
Él la ve a través de la puerta entreabierta.
Tal vez ella esté recordando lo que sucedió aquella mañana.
Luego de un rato, ella abre un ojo y lo mira.
Y sonríe dulcemente.