TV de mierda (Plasma peor)

La costumbre de mirar televisión está mundialmente expandida. En este sentido, como ya habrán planteado numerosos filósofos, el hombre hoy es una piltrafa que se pasa la mayor parte del tiempo enfrente de una pantalla electrónica o de televisión. Este hábito no plantea grandes diferencias entre clases sociales y poder económico, casi no tiene excepciones, ni siquiera en situación de guerra o hambruna se deja de ver TV. Es muy común en los barrios bajos ingresar a alguna de sus pequeñas y precarias viviendas para hallar adentro, como centro de devoción, un plasma que desplaza a otros muebles más útiles como mesas o sillas, las cuales suelen quedar desvencijadas por los rincones. Quizá ver TV –o estar alienado atento a un celular- constituya la principal costumbre de la humanidad en la actualidad, siendo a la vez una metáfora prístina del sistema económico global contemporáneo: la alienación del hombre por la máquina y el consumismo exacerbado.

Como alternativa de vida y mundo han surgido algunas corrientes que crítican ostensiblemente a la sociedad de consumo y el estilo de vida occidental y cristiano, que cuestionan el hecho de ver televisión como una debilidad y una claudicación del ser revolucionario. Consideran que si todos los hombres se pusieran de acuerdo para no mirar TV ni hablar por teléfono durante un fin de semana, el mundo cambiaría y se tornaría un lugar habitable, pudiendo resolverse incluso el caos ambiental actual. Estas corrientes se encaraman bajo el lema «Otro mundo es posible» mas la mayoría los considera utopistas ridículos. El único mundo posible para ellos es el de Internet, el limitado cosmos de realidades virtuales que son espurias y deshumanizantes. O sino, aquello que dicen y muestran los noticieros o las telenovelas, las publicidades y los denominados líderes o formadores de opinión. En todo caso, se trata de mantener las mentes de las grandes masas colonizadas. Y en definitiva, funciona como cualquier droga barata, es un escape de la fea realidad.

Otra costumbre espantosa del hombre actual es su sujeción cada vez mayor a las redes y pretensiones de las mujeres, y cómo han ido delegando poder en sus manos, llegándose hoy a una situación calamitosa. Los errores femeninos se destacan por ser irreparables. Cada vez hay más mandatarias mujeres en distintas regiones del planeta, ya esa clase maldita y culpable del estado en que se encuentra el planeta (particularmente Africa y Medio Oriente), que es la clase política, se encuentra dominada por presidentas y primeras damas que se vienen equivocando fiero. Las mujeres pierden fácilmente la chaveta y no están seguras de nada, cambian de opinión según el clima y están llenas de un sentido común romántico y estúpido, con escasos principios de realidad. Igualmente, a estas alturas, el retorno a la Edad Media parece imposible. Y cada vez habrá más mujeres en el mundo, menos putas y con menos hijos, profesionales y talentosas para el mercado laboral infame que rige el funcionamiento de la humanidad.

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