Mi pequeño palmista

Las hojas se agitaban suavemente en el aire,

mientras de mi mano una historia fue leída,

por labios rientes de rojo rosado,

            mi pequeño palmista.

¡Oh, esa leve forma tan finamente delicada,

ese pecho palpitante, fuera de toda comparación,

ese cadencioso ascenso y descenso del aire! –

            El bálsamo más puro de los suspiros.

Esta línea, incólume, profunda y larga,

da seguridad de la salud más fuerte,

y verdaderamente prolongará los días

            la línea Vital.

Mientras ésta, tan clara y firme y fina,

dice que los trabajos de Cupido se han entrelazado,

y el matrimonio más feliz será el tuyo –

es el llamado Mensalis.

Y aquí tu disposición alegre,

Rápidamente fue aprendida de líneas que decían,

que donde estuvieres o donde permanezcas,

            tus modos son divertidos.

Y aún nuevamente, estos surcos se mezclan,

y una sola cosa por ti es asumida,

en la adorable frivolidad del amor pasaste

lindas horas de locura.

Por esto, y esto y esto se dice

que conquistaste buenos amigos a tu alrededor,

mientras los deleites del Amor, tan profusos,

            tu vida han regocijado.

Ni la pena súbita, o el pronto dolor,

ni la miseria te podrían encadenar;

ni una maldición de ruina o un pavor pestilente

            tu corazón podrían entristecer.

«Pero aún entre tus mayores placeres,

una pequeña dama te esperará,

con amor, como el que siente el pájaro por su pareja

            con el más sincero de los amores».

Antes de que ella acabara me arrodillé, un esclavo,

mientras en mi corazón caían sus últimas palabras, —

«No obtuve nada de vuelta, así que esto es todo

para ti, mi Querido».

Oh, dulce y ondulante flujo de sonido,

ese discurso de hada que me envolvió,

esas mallas mágicas que me confinaron,

            no debería romperlos.

¡Oh, esos ojos puros, translúcidos,

cuya más leve mirada arfientemente valoro! –

¡Oh Dios!, en éste, mi paraíso

            me quedaré por siempre.

Parece que fue ayer cuando nosotros,

tomados de la mano, rodilla contra rodilla,

pasamos una dulce hora en alegría infantil;

            mi pequeña palmista.

Pero ayer — ¡Ah, qué buen día!,

donde está ahora mi pequeño ángel,

¿quién recorrió mi mano y desapareció?

            Oh, canta tú, palmista.

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