Madre a hijo
Bien, hijo, te diré:
la vida para mí no ha sido una escalera de cristal.
Tenía tachuelas en ella, y astillas,
y escalones dados vuelta,
y lugares con pisos raídos sin revestir.
Pero todo el tiempo estuve trepando,
y alcanzando rellanos,
y girando en recodos
y a veces sumergiéndome en la oscuridad
donde no había ninguna luz.
Así que, chico, no te des vuelta,
no te quedes en los escalones
porque encontrarás que es un poco difícil.
No te caigas ahora,
porque continúo avanzando, cariño,
continúo escalando
y la vida no ha sido para mí una escalera de cristal.