La corriente
Estos peces no tienen ojos,
los peces de plata que vienen hacia mí en sueños,
esparciendo sus huevas y esperma en los bolsillos de mi cerebro.
Pero hay uno que viene
–pesado, con informes cicatrices, silencioso como el resto-,
que simplemente se sostiene contra la corriente.
Cerrando su oscura boca contra la corriente,
cerrándola y abriéndola mientras se aferra a la corriente.