Intercambio cultural
En el barrio de los negros,
donde las puertas son puertas de papel,
el polvo de átomos de suciedad
sopla un sonido chirriante.
La amorfa cabriola de un disfrazado de Halloween,
y el viento no esperará a la medianoche
para divertirse golpeando las puertas.
Junto al río y la vía,
con fluido y remoto andar,
los extremos se unen para separarse,
ni trenes ni vapores andando,
aún Leontyne está desempacando.
En el barrio de los negros
donde el picaporte deja entrar un lieder,
más de lo que nunca se aburrió un alemán,
su abuelo del pasado de ayer-
no haciendo cosas por su cuenta
en una olla de vegetales cocinándose suavemente.
Carros plegados y desplegados en un mar de supermercados.
Y mejor que averigüemos, mamá,
dónde está la lavandería de color
ya que nos mudamos a Mount Vernon.
En la olla comenzó,
las puertas de papel al viejo horno de hierro,
¿qué se está cocinando?
¿qué es lo que huele, Leontyne?
Lieder, querido lieder
y una hoja de brócoli.
Querido lieder, Leontyne.
Tú sabes, justo en Navidad
me preguntaron si mi negrura podía fregarse,
yo dije, pregunta a tu mamá.
¡Sueños y pesadillas,
pesadillas, sueños, oh!
Soñando que los negros del sur fueron tomados,
votaron todos el Dixiecrats
justo fuera del poder.
Viene la hora del color:
Martin Luther King gobernador de Georgia,
Dr. Rufus Clement su Consejero,
A. Philip Randolph Alto Dignatario.
En mansiones blancas con columnas,
sentados sobre las amplias terrazas,
los negros enriquecidos tienen sirvientes blancos,
cosechadores blancos trabajan en plantaciones negras,
y los chicos de color tienen novias blancas:
Mami Faubus, Mami Eastland, Mami Wallace
queridas, muy queridas y viejas mamis blancas,
a veces hasta enterradas con nuestra familia.
¡Mami Faubus, vieja y querida!
La cultura, dicen, es una calle de doble mano:
alcanzame mi julepe de menta, mami.
¡Apúrate, vamos!