Fuego de caca

por Alvaro Correa

Todos los días en la mitad de ese pasillo diagonal, creo que entre Catedral y Bolívar, lo vamos a buscar. Ya nos tiene preparadas dos bolsitas de Poxiran. El viejo ese toca el violín todo el día, algunos le tiran unos mangos. Toca tango, esa música vieja y triste, sólo para amargados o reaccionarios. Yo no entiendo esa música, la sentís o lo mandás a cagar. Después nos metemos en los trenes a repartir estampitas, todos te miran con cara de lástima. Pero los que dan lástima son ellos. Todos nerviosos, con los walkman o hablando a los gritos. Que están por despedir a la turra esa. Que el Diego la rompió. Que todos los políticos son hijos de puta y los milicos se la ingeniaban para gobernar bien. Que la Bolsa subió. Todas boludeces. La mayoría anda vigilando a ver cara de qué tiene el que está adelante, se imaginan historias y terminan haciendo todos los días lo mismo. Van a sus trabajos, buscan a ver con cual mina o cual tipo se puede transar, la mayor parte vuelven a sus casas y se hacen la paja en el baño. Después a la noche deben comer, y se van después a dormir, a soñar con todo eso que no pueden obtener: dinero, dinero y más dinero.

No es más que el comienzo. En realidad, siempre cada día trae algo nuevo que domina la esperanza. Y te ponés a contar y a ver las cosas que están lejos de este mundo tan tangible. Hay espacios en que el placer mental se vuelve tan agudo que a veces hasta llegás a pensar que dios te envío a la tierra para alguna misión secreta, o cosas por el estilo. A mí me gusta divagar así, sin que nadie te joda. ¿Para qué preocuparse por lo que de todas maneras va a terminar? ¿Para qué hacer una pareja simbiótica? Esto es eterno, lo congelás en el freezer y dura para siempre. Pura mentira. Yo no aprendo de la derrota, no soy filosófico. Trato de contradecir a mi inteligencia y así, la mayoría de las veces salgo ganando. Por eso puedo robar tranquilo, mi conciencia ya la tiré a la basura hace mucho tiempo. A veces la gente está tan aburrida que hasta te invitarían a la casa para que los afanes. Claro, corrés siempre el riesgo de que te peguen un tiro. Para jugar nomás, a los policías y los ladrones. El bien y el mal, todo ese verso.

La filosofía no es un pecado. La verdad y la mentira están a la misma distancia de la realidad. Una para un lado y la otra para el otro. Algunas veces se superponen y uno no sabe de qué lado colocarse. Esta es una conclusión enteramente filosófica, y no daña el espíritu. Mas bien al contrario. Cuando uno nace, lo hace provisto de la capacidad para adquirir el lenguaje, elemento tan peligroso como la llave de conexión de una bomba atómica. Después, con la educación se supone que uno debe aprender a regular su conducta y no comportarse como un salvaje. Es beneficioso observar las tendencias domésticas del hombre. Brindan calor, melancolía, soledad, silencio, reposo. Todo el secreto de la vida se halla en la quietud de los cementerios.

Ya va a ver tiempo de descanso. Mientras estés vivo, hay que yugarla. Por eso a mi me gusta viajar. No me quedo siempre en Constitución, o siempre en Retiro, o siempre en Once. Allá por San Telmo, en la pensión, hay unos travestis que no pueden ser. Si salen los locos a saludar al balcón, la cargosean a la gente, algunos nos pasan guita y hasta se hacen unos picos de novela delante nuestro. Uno que llegó hace poco de Mar del Plata me dejó que le chupe las tetas. Yo lo unté un poco con una crema que me pasó y el flaco deliraba. Estaba juntando guita para operarse. Al principio me daba un poco de asco, pero tiene tetas más grandes que la loca de Silvia. Cierro los ojos y pienso que es una mina. Yo todavía soy pendejo, tengo que ir acumulando experiencia.

Vos cuidáte, está el SIDA y todas esas enfermedades, tanto que te gusta la vida. Ahora buscate una mina que te sea fiel, no importa si es media feúcha. Con tal de que esté a tu lado, te acompañe cuando las cosas vienen mal, te apoye, qué se yo. Una mujer es como la ropa, uno no puede andar desnudo, ahí, mirando como pasan sin llevarse ninguna. Hasta te puede ayudar en tu trabajo, no son tan inútiles después de todo.

    Jamás, yo no podría, no nací para querer a alguien que te jode, encima tuyo, sacándote lo poco que podés conseguir de guita, yéndose con el primero que le ofrece algo diferente. Las que conozco son así: traidoras y mala leche. El machismo exacerbado no es una enfermedad, es el resultado de un terremoto interior que me impulsa a dominar a la hembra, a tomarla del pelo y no dejar que su boca suelte mi pija; pero eso no sirve, después de un ratito, ellas ponen unas caras tan tristes que te dan ganas de asesinarlas. Lo hacen porque les gusta controlarte y que te muestres suaves con ellas. ¡Qué carajo!

Si son alucinaciones, las mujeres podrían dejar de existir. ¿Qué dios tan inteligente pudo concebirlas? Uno desconocido seguramente. ¿Producto del aburrimiento? Necesariamente sí. Nadie puede reclamarle nada a la naturaleza. Ella, aunque sólo fuese fruto de la ilusión de algunos iluminados, no sabría responder sobre el origen de los actos audaces del dios ignoto. Dado que el creador se muestra continuamente indiferente a los reclamos, los hombres tendrían que tomar a la mujer, tal cual como es, y llevarla a su casa, y que respire, cocine y defeque. Es una bestia, como el hombre, pero un poco más sensible. Conclusión: Si no son alucinaciones, en cualquier momento despellejan a su elegido.

Fin de Fuego de caca

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