Es lo que los chicos hoy en día llaman mala hierba.
Y se cuela como nubes desde sus labios.
Él espera que nadie venga esta noche,
ni llamarán para pedir ayuda.
Ayuda es lo que menos podría dar esta noche.
Una tormenta se desata afuera.
Mares espesos con vientos huracanados del oeste.
La mesa donde está sentado tiene, digamos,
dos metros de largo por uno de ancho.
La oscuridad de la habitación se acopla a su interior.
Podría estar escribiendo una novela de aventuras.
O bien una historia infantil.
Una obra para dos personajes femeninos,
una de ellas ciega.
Cutthroat debería estar yendo al río.
Una cosa que hará es aprender a atar sus propias moscas.
Tal vez debería darle más dinero a cada uno de sus parientes sobrevivientes.
Aquellos que todavía esperan una pequeña cosa
en el correo a comienzos de cada mes.
Cada vez que escriben le dicen que pronto vendrán.
Él cuenta cabezas con sus dedos y descubre que todos sobreviven.
¿Y qué sí de pronto es recordado en los sueños de extraños?
Alza los ojos hacia las luces del cielo donde golpea la lluvia.
Luego de un instante -¿quién sabe cuánto?-
sus ojos se preguntan si deberían estar cerrados.
Y él los cierra.
Pero la lluvia sigue martillando.
¿Es eso un relámpago?
¿Podría él hacer algo, asegurar la caída de alguna manera?
El tío Bo se mantuvo casado con la tía Ruby por 47 años.
Luego se ahorcó. Abre los ojos nuevamente.
Nada se suma. Todo se suma.
¿Cuánto durará esta tormenta?