Deja que América sea América nuevamente
Deja que América sea América nuevamente.
Deja que sea el sueño que solía ser.
Deja que sea el pionero en el llano
buscando un hogar donde sea libre.
(América nunca fue América para mí.)
Deja que América sea el sueño que los soñadores soñaron,
deja que sea aquella grande y fuerte tierra de amor,
donde nunca los reyes conspirarán ni los tiranos contemplarán
que cualquier hombre sea aplastado por uno de arriba.
(Nunca fue América para mí.)
Oh, deja que mi tierra sea una tierra donde la libertad
no sea coronada con una falsa corona patriótica,
donde la oportunidad sea real y la vida libre,
donde la igualdad esté en el aire que respiramos.
(Nunca hubo igualdad para mí,
ni libertad en esta «tierra de los hombres libres».)
Dime, ¿quién eres tú, que murmuras en la oscuridad,
y quién eres tú, que vistes tu velo a través de las estrellas?
Yo soy el pobre blanco, humillado y excluido,
yo soy el negro cargando las cicatrices de la esclavitud.
Yo soy el hombre rojo echado de la tierra,
yo soy el inmigrante empuñando una esperanza que busca
y sólo encuentro el mismo viejo y estúpido plan
de perro come perro, de los poderosos aplastando a los débiles.
Soy el hombre joven, lleno de fuerza y esperanza,
¡atascado en la antigua e infinita cadena del beneficio,
el poder, la obtención y acaparamiento de la tierra,
de acaparamiento del oro, de acaparamiento de los modos de satisfacer necesidades,
del trabajo de los hombres, de obtener la paga,
de poseer todo para la propia codicia!
Yo soy el granjero, esclavo de la tierra.
Yo soy el trabajador vendido a la máquina.
Yo soy el negro, sirviente para todos.
Yo soy la gente, humilde, hambrienta, mezquina,
hambrienta aún hoy a pesar del sueño.
Aún hoy vencida, ¡oh, Pioneros!
Soy el hombre que nunca progresó,
el trabajador más pobre permutado a través de los años.
Aún soy el que soñó nuestro sueño básico,
en el Viejo Mundo mientras todavía un siervo de reyes,
que soñó un sueño tan fuerte, tan corajudo, tan verdadero,
que todavía están sus poderosos y audaces cantos
en cada ladrillo y piedra, en cada surco doblado
que hizo de América la tierra en que se ha convertido.
Oh, soy el hombre que navegó aquellos tempranos mares
en búsqueda de lo que creía que debía ser mi hogar,
soy el que dejó las oscuras costas de Irlanda,
la llanura de Polonia, los prados de Inglaterra
para construir una “tierra de los libres».
¿Los libres, quién dijo los libres?
¿yo no, seguro que no?
¿los millones que hoy reciben un alivio?
¿los millones a quienes se dispara cuando hacemos huelga?
¿los millones que recibimos nada por nuestro salario?
Por todos los sueños que soñamos
y todas las canciones que cantamos
y todas las esperanzas que sostenemos
y todas las banderas que mantenemos en alto,
los millones que recibimos nada por nuestro salario
excepto el sueño que casi está muerto hoy.
Oh, deja que América sea América nuevamente,
la tierra que nunca ha sido todavía,
y que todavía debería ser, la tierra donde cada hombre sea libre.
La tierra que es mía, la del pobre hombre, la del indio, la del negro, la mía,
que hicimos América,
cuyo sudor y sangre, cuya fe y dolor,
cuyas manos en las fundiciones, cuyo arado en la lluvia,
traerán de vuelta nuestro poderoso sueño nuevamente.
Seguro, llamame con cualquier nombre horrible que elijas,
el acero de la libertad no mancha.
De aquellos que viven como sanguijuelas de las vidas ajenas,
debemos recuperar nuestra tierra otra vez,
¡América!
Oh, sí, lo digo con sencillez,
América nunca fue América para mí,
y aún hago este juramento:
¡América será!
Fuera del tormento y la ruina de nuestra muerte de pandilleros,
la violación y podredumbre de la corrupción, el sigilo y las mentiras,
nosotros, el pueblo, debemos redimir la tierra,
las minas, las fábricas, los ríos,
las montañas y la llanura infinita,
toda la extensión de aquellos verdes y grandes estados,
¡y hacer América nuevamente!