Balada del amante falso
Me preguntó allí si quería ser su esposa,
hace mucho mucho tiempo;
me acercó a su cuerpo, mis lágrimas secó,
todo su rostro brillaba;
y yo, ¡pobre de mí!, ¿cómo podía mostrar
mi amor?, ¿qué podía decir?
Yací sobre su pecho –y he aquí,
me besó y se alejó.
Me habló sencillo, y a mi lado,
juró que nunca se iría;
dijo que ni el Cielo ni el Infierno nos podía dividir,
porque me amaba tanto.
¡Oh, ay de mí!, yo no lo sabía,
no se lo podía decir, no,
yací sobre su pecho –y he aquí,
me besó y se alejó.
Allí perdí mi corazón y mi orgullo,
y todo lo que podría dar,
porque cuando miró, se quedó y suspiró
mi lengua no iba a decir que no;
y cuando susurró, suave y bajo,
que yo le pertenecía para siempre
yací sobre su pecho –y he aquí,
me besó y se alejó.
Epílogo
Hermana, fue así: «Yo no sabía
ni soñé que el amor era desviarse,
yací sobre su pecho –y he aquí,
me besó y se alejó.