Visita a Gales
Niebla blanca se eleva y cae sobre la cima de la montaña
Los árboles se deslizan en ríos de viento
Las nubes se levantan
como en una ola, un gigantesco remolino de niebla elevándose
sobre los fértiles helechos exquisitamente balanceados
junto a un risco verde
vislumbraba la lluvia del valle a través del parteluz vidriado—
Bardo, Oh Tú, Visitacione, no digas nada
excepto aquello que fue visto por un hombre en un valle en Albion,
de la gente, cuyas ciencias físicas terminaron en Ecología,
la sabiduría de las relaciones terrenales,
de bocas y ojos que entrelazan diez centurias visibles
huertos del lenguaje de la mente se manifiestan humanos,
del satánico cardo que propone su simétrica cornamenta
floreciendo bajo los pequeños pimpollos rosados de las margaritas
angelicales como lamparitas—
Recuerdo las 160 millas de la torre puntiaguda simétrica de Londres
y la red de películas de TV brillando enfrentándote a Tí mismo
los corderos balando este día en el árbol reservado de la ladera
oídos en la vieja oreja de Blake, y el pensamiento silencioso de Wordsworth en la vieja Quietud
las nubes pasando a través de los arcos esqueléticos de Tintern Abbey—
Bardo sin nombre, como el Vasto, ¡murmurando a la Vastedad!
Todo el Valle se estremeció, un movimiento prolongado, el viento
ondulando sobre las colinas musgosas
un baño gigante que hunde la niebla blanca delicadamente bajo arroyos rojos
en la ladera de la montaña
cuyos zarcillos ramosos se alejan
en granítica resaca—
y elevaron la Nebulosa flotante, y levantaron las ramas de los árboles
y elevaron los pastos un instante en equilibrio
y elevaron los corderos para mantenerlos quietos
y elevaron el verde de la colina, de una manera solemne
Y una masa sólida de Cielo, imbuida de niebla, menguó a través del valle,
una ola de Inmensidad, volando gigantesca por el Valle Llanthony,
la extensión de toda Inglaterra, valle sobre valle bajo el océano del Cielo
entonado con la nube colgante,
—El Cielo se balancea sobre una hoja de hierba.
El lento rugido del viento de la montaña, suspiro del cuerpo,
Un Ser en la ladera de la montaña moviéndose suavemente
Exquisitas terrazas temblando por doquier en equilibrio,
un movimiento a través del nublado piso del cielo cambiando el millón de pies de las margaritas,
una Majestad el movimiento que se desplaza por la hierba húmeda estremecida
hacia el zarcillo más alejado que la niebla blanca ha vertido
a través de las trémulas flores de la cima de la montaña—
Ninguna imperfección en la florecida montaña,
Los valles respiran, el cielo y la tierra se mueven juntos,
las margaritas expulsan pulgadas de aire amarillo, los vegetales tiemblan,
el pasto brilla verde
las ovejas salpican la ladera de la montaña, removiendo sus quijadas con ojos vacíos,
los caballos danzan en la lluvia cálida,
canales arbolados forman una red de terrenos de cultivo,
los arándanos bordean las paredes de piedra de las colinas espinosas,
los faisanes croan en los prados peinados de helechos—
Afuera, en la ladera, en el sonido del océano, en las delicadas ráfagas de aire húmedo,
Caída en el suelo, oh gran Humedad, oh Madre, ¡Ningún daño en tu cuerpo!
Mirada de cerca, ninguna imperfección en la hierba,
cada flor con ojo de Buda, repitiendo la historia,
formada de miríadas—
arrodillado ante la dedalera que se alza con brotes verdes,
caen las campanas color malva
duplicadas por el temblor de las antenas madre,
y veo en los ojos de los corderos marcados que contemplan
respirando quietos bajo los espinos goteantes—
yazco mezclando mi barba con el aire húmedo de la montaña,
oliendo la inofensiva humedad de la vagina del suelo,
saboreando la dulzura de los cardos violetas—
Una vez que estaba tan en equilibrio, tan vasto, que el más leve suspiro
movía cada flor en la quietud del campo del valle
el fino pelo de los corderos descuelga cuentas de lluvia en la hierba,
los árboles alzados sobre sus raíces, los pájaros en su gran preparación
escondiendo su fuerza en la lluvia, cargando el mismo peso,
Gimen a través del pecho y el cuello, un gran ¡oh! al corazón de la tierra
llamando juntos a nuestra Presencia
El gran secreto es que no hay secreto
Los sentidos se ajustan a los vientos,
Lo visible es visible,
cortinas de niebla de lluvia se desplazan por el valle salpicado,
grises átomos mojan la cábala del viento
Cruzado de piernas sobre una roca en la lluvia oscura,
con mis botas de goma sobre la suave hierba, la mente sin movimiento,
el aliento tiembla en las margaritas blancas de la carretera,
El aliento del cielo y el mío simétrico
vacilan sobre los verdes helechos astados
dibujado en mi ombligo, el mismo aliento que se respira a través de Capel-Y-Ffn,
Sonidos de Aleph y Aum
a través de los bosques de cartílago,
mi cráneo y el Nudo igual de Lord Hereford,
Toda Albion una.
¿Qué es lo que noté? ¡Particulares! La
visión del gran Uno es miríada—
el humo brota hacia arriba de los ceniceros,
el fuego de la casa arde bajo,
La noche, quieta, húmeda y el negro cielo cambiante
sin estrellas
moviéndose hacia arriba con el viento húmedo.