una cosa curiosa

Conocí a una gran cantidad de mujeres, y una de las pequeñas argucias comunes que advertí ocurre en bares o restaurants. Pasa que cuando hablo, quizá sobre algo no vitalmente interesante, todas, en un determinado momento, desvían sus cabezas y se ponen a observar a los grupos de otras mesas. Por lo general, yo simplemente dejo de hablar, y espero que ella vuelva a prestar atención. Otras veces digo «Oh, ¿viste a algún conocido?» o «¿viste algo interesante?» «No» –responden. Y si luego la mujer se levanta y va al baño, busco el grupo de la mesa que robó su atención y sólo veo a unos cuantos bobalicones. O yo estoy hablando y entra gente, y mientras caminan su atención, su atención y sus ojos se hacen una fiesta con ellos, y si ella vio algo extraordinario yo no me molesto en registrar a los que ingresaron recién. Siento sus almas muertas cuando pasan caminando.

Ahora, lo que quiero decir es que puede ser que yo sea con frecuencia aburrido y que no merezco ser escuchado, pero me pregunto por qué las mujeres están ahí conmigo en primer lugar. Admito que cuando conversan conmigo encuentro su conversación insípida o peor, pero las escucho, haciendo algún que otro gesto, o cabeceo o afirmando «ah sí…» o un simple «uuuh…» pero jamás desvío directamente la cabeza y focalizo mi atención en otro lado, especialmente en la mitad del discurso. Cuando desvían su atención de esta manera, creo que piensan que son observadoras y mundanas. Pero es terriblemente claro. ¿No saben que puedo leer su conducta?

Es verdad que la gente puede juntarse demasiado, demasiado tiempo, puede ser terrible, puede ser aburrido y pesado. Y entonces, cuando le sugiero a la mujer que quizá lo mejor es que nos olvidemos del asunto e ir por caminos separados, una vez más, se produce la misma reacción…«¿QUE QUERES DECIR?» Entonces vienen las lágrimas. Como si todo lo que ocurrió no hubiera ocurrido, como si todo fuera dulce y estuviera bien. Pero los continuos matices no pueden ser ignorados. No todo desinterés es sexual. «¡SOS UN HIJO DE PUTA! ¡SOS UN HOMBRE HORRIBLE!»

Sí, sí, sí lo soy, y los dioses y la mujeres me hicieron así.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *