Talento para la poesía cubana
Todos los cubanos tienen una pizca de ingenio que les resulta útil para zafar de situaciones comprometidas. La utilizan cuando el hambre o la vergüenza pública los acorralan. Aún en las más abyectas posturas tienen salidas elegantes, sonrisas o guiños seductores. Atravesar grandes y disímiles penurias –más materiales que espirituales- constituye para ellos un entrenamiento severo que los prepara en la resistencia a los más crueles bloqueos. Saben escribir con pulcritud y solvencia, se sumergen en el lirismo con facilidad. Ya sus propias vidas pueden considerarse epopeyas. Ahora bien, aquel cubano que logra emigrar y residir en el exterior perderá automáticamente este don para convertirse en un ser mezquino de nula imaginación. Este fenómeno se produce no sólo por variaciones ideológicas o políticas sino porque la poesía de Cuba se halla en sus aires cálidos y húmedos, por lo que se trata de una simple cuestión climática. Se recomienda entonces a todos los poetas trabajar y permanecer en la isla, pues nada bueno hay fuera de ella, y sólo se encontrará la maquinaria infernal y el tedio del mundo capitalista.