por favor

Salvarme de ellos y sus rostros suaves y agradables, salvarme de su desfachatez relajada, sus piernas cruzadas y sus zapatos de lona, sus vientres blandos, sus mentes blandas, su cortesía enjauladora, sus pálidas sonrisas, su innecesario maltrato a tus horas, su ingreso a tu vida a través de otros. Dios, la gente horrible con la que tenés que tratar porque ya no vivís solo.

Esos aplastados renacuajos, esa rémora y sus insoportables visitas. Allí en la oscuridad, mordisqueando comida, saboreando el vino, sentando sus estúpidos culos sobre almohadones, quedándose un día extra, una semana extra, una vida extra, tan contentos, revolcándose en tu lugar, a salvo de tu furia, en las circunstancias. Engordan delante de vos, llenando sus bocas con aceitunas, frutas y papas fritas, sonriendo con sus labios húmedos de vino…

Otros pueden ver algo en ellos, necesitan algo de ellos. Mientras en mi interior se revuelven mis condenadas tripas por lo que debo afrontar. Ellos no perciben nada. Bostezan y estiran sus piernas en mi espacio.

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