nuestro mundo

Es extraño…, ¿no lo es? No se puede comparar con otra cosa, rápido aprendes que hay algo malo en él y en la gente que lo habita. Querés ser objetivo y agradable pero cuando ves lo que nos ha hecho y las opciones que nos deja, las calles que debes caminar, lo que escuchás y lo que ves, lo que soportás día a día, año tras año, noche y día…

Dios lo maldijo, no hay nada con lo que se pueda comparar, así que tampoco lo podés llamar espantoso, ¿pero por qué se esmera en serlo? Por ejemplo, ponerse los zapatos a la mañana es como tener que atravesar montañas.

Sí, debemos ser nosotros. Debemos estar enfermos. Debe ser eso, pero nosotros tampoco tenemos con quien compararnos. Enfermos, insensibles, nacidos en esta maravillosa luz y gloria para luego nausear sobre ella, vomitándola mientras las abejas y las mariposas transportan siempre más de su polen sangriento.

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