mi compañía

Meando en el inodoro del baño el remolino de los siglos pasa a mi lado y aquella adorable dama, el Suicidio, la única adorable dama, aparece una vez más. Ella me conoce. Las paredes son de un amarillo cremoso. Me ruborizo, coloco mi pene en su lugar oculto, lavo mis manos locas, camino desde el baño a esta habitación. Ella me ha seguido.

Afuera, ya ha pasado la medianoche. Adentro, no existe el tiempo. Destapo la botella de cerveza, me trago Roma, Cartago, el ayer y el batido de ahora. Ella me observa y espera. Me rasco el cuello mientras toda la Tierra entra por la ventana. Tiene una forma. La forma es un cuerpo de aire oscuro. La dama espera mi amor mientras advierte los pelos en mis hombros, las venas en mis manos. Enciendo un cigarro, inhalo, luego exhalo una nube de humo. Levanto la botella de cerveza mientras en algún lugar de la noche un perro ladra rápidamente, cinco veces, luego se detiene.

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