la habitación

Nada cambia, estoy de vuelta en esta pequeña habitación, igual a todas las otras pequeñas habitaciones. Cinco décadas atrás, me senté como un hombre joven delante de la máquina, la puerta cerrada, las sombras abatiéndose. Ahora no es la misma máquina ni el mismo hombre joven. Se escucha la radio y mientras golpeo las teclas reconozco la música clásica que escuché hace medio siglo. «Paz y quietud en tu futuro» fue el mensaje que leí esta semana en el envoltorio de una golosina. Y pensé que quizá se trataba de la muerte. De vuelta en esta pequeña habitación, hago mi última parada. Las paredes se elevan espléndidamente, el humo de mi cigarrillo y la música se elevan. Las palabras muerden la página. Mi reloj de pulsera en el escritorio señala 1:55 a.m. La puerta está abierta.

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