hora de jugar
Fuimos a un restaurant japonés con mi esposa. Ella pidió un té, yo pedí cerveza en botella. Le dije al mozo:
-Sin vaso.
El se paró y preguntó.
-¿Sin vaso?
Y yo respondí:
-Sí, sin vaso.
Algunas cabezas giraron. Cuando trajo la cerveza la levanté y me eché un buen trago. El mozo vino de nuevo y sonrió.
-¿Sin vaso?
-Gracias –dije-, sin vaso.
Luego pedimos nuestra comida. Cuando el mozo se fue mi esposa dijo:
-Por favor, Hank, pedí un vaso.
-Prefiero tomar así –dije yo.
-No voy a poder comer así –dijo ella.
Yo levanté la botella bien alto, la sostuve como si estuviese tocando una nota alta en un entierro militar, me eché un buen trago.
-Sos un hijo de puta –dijo mi esposa.
Yo sonreí. Dios, era malo. Y eran sólo las 9 p.m. de una noche de domingo. Había un montón de tiempo para realmente joder. Bostecé.