Febrero 29, 1958
Anoche soñé que T.S. Eliot
me daba la bienvenida a la tierra del sueño,
la niebla reposa en los sofás en Inglaterra
té en los alojamientos y arcoiris de Chelsea
cortinas en sus ventanas, la bruma filtrándose en la chimenea
pero un bonito y cálido hogar
y una increíblemente dulce nariz ganchuda,
Eliot me amó, me levantó,
me dio un sofá para dormir,
conversación amable, me tomó en serio
y preguntó mi opinión sobre Mayakovsky,
le leí a Corso, Creeley, Kerouac,
le aconsejé sobre Burroughs, Olson, Huncke
la mujer barbuda en el zoológico,
el puma inteligente en ciudad de México,
6 coros de muchachos de Zanzíbar
que cantaban en desgastado y políglota swahili,
y los ritmos ondulantes de Ma Rainey y Vachel Lindsay.
En la Isla de la Reina
tuvimos una larga conversación de mediodía
luego me arropó en mi largo calzoncillo rojo bajo una sábana de seda,
junto al fuego en el sofá, me dio algo para entretenerme
y se fue tristemente a su cama
diciendo “ah Ginsberg, estoy contento
de haber encontrado a un fino hombre joven como tú”.
Al final, me desperté avergonzado de mí mismo.
¿Es él tan bueno y amable?, ¿soy yo tan grande?
¿Cuál es el motivo de que haya soñado su maná?
¿Qué Departamento de Inglés imprimiría eso?
¿Qué fallo perfecto del profeta se ha cometido aquí?
Soñé de mi amabilidad a T.S. Eliot
queriendo ser un poeta histórico
y compartir en su finanza de Imaginería-
sobre el ambicioso sueño de muchacho excéntrico.
Dios prohibe que mi sueños malignos devengan realidad.
Anoche soñé con Allen Ginsberg.
T.S. Eliot estaría avergonzado de mí.