el luchador
Hemingway lo siente en su tumba, cada vez que los toros corren por las calles de Pamplona. Se sienta, su esqueleto matraquea. La calavera desea un trago, las cuencas de los ojos desean la luz del sol, acción. Los toros jóvenes son hermosos, Ernest. Y vos lo eras también. No importa lo que digan ahora.