Detrás de lo Real

En el corral del ferrocarril en San Jose
vagaba desolado

enfrente de una fábrica de tanques

y me senté en un banco

cerca de la cabaña del señalero.

Una flor yacía sobre el heno en la carretera de asfalto

–la espantosa flor de heno, pensé—

tenía un frágil tallo negro

y una corola de suciedad amarillenta

puntiaguda como la corona de Jesús, y

un centro con un mechón de algodón mugriento

como una brocha de afeitar usada,

tirada bajo el garage por un año.

Amarilla, flor amarilla, y flor de industria,

flor puntiaguda, fea y ruda,

sin embargo flor,

¡con la forma de una gran Rosa amarilla en tu cerebro!
Esta es la flor del Mundo.

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