cafetería

Ella me sirvió y estoy comiendo.

-¿Está todo bien? –pregunta.

-Sí, gracias…

-¿Más café?

-Está bien.

Estoy leyendo el diario y comiendo.

-¿Crema? –pregunta ella.

-No, gracias.

Sirve el café. Pasan cinco minutos. Vuelve.

-¿Está todo bien?

-Sí.

-¿Más café?

-No.

-¿Vas a probar alguno de nuestros postres?

-No, gracias…

-¡Vamos, sólo se vive una vez!

-Sí, ya sé…

Se va de nuevo. Pero no por mucho tiempo.

-¿Querés más galletas?

-No, gracias…

-¿Te gusta el pavo?

-Sí.

-Tendrías que probar nuestro roast beef.

-¿Ahora?

-No, la próxima vez.

Se quedó parada a mi lado.

-Te ví el otro día aquí con tu hija.

-Esa era mi esposa.

-Oh, estás casado…

-Sí.

-¿Más café?

-Está bien.

-¿Con crema?

-No, sin crema.

Volvió y sirvió el café. Luego se fue. Lo probé, estaba insoportablemente fuerte. No limpian la cafetera.

Es hora de partir. Necesito la cuenta. Busco a la camarera. No la veo por ningún lado. Leo el diario: un asesino hierve cabezas para su sopa. Viene el mozo joven, recoge mi plato. Dejo el café malo. Luego vuelve trayendo la cafetera.

-¿Más café?

-No, gracias, ¿viste a la camarera?

-No.

-¿Dónde está?

-No sé.

Se fue. Me quedé sentado esperando, nadie apareció. Me levanté de la mesa para buscar a la camarera. La encontré afuera de la cocina, fumando un cigarrillo y hablándole al cocinero.

-Camarera –pregunté-, ¿me podría traer la cuenta?

-Oh sí –sonríe.

Vuelvo y me siento. Ella viene con la cuenta. Coloca su nombre abajo.

-¡Gracias, Carolina!

Su rostro dibuja una pequeña sonrisa. Apoya la cuenta arriba de un lugar húmedo.

-¿Más café?

-No, gracias.

-¿Estuvo todo bien?

-Sí.

Se alejó. Dejo una propina, voy a la caja y pago la cuenta. La dueña está en la caja. Toma mi dinero, me da el vuelto sin mirarme. Es una mujer mayor, un poco pesada. Todavía mirando hacia otro lado, pregunta:

-¿Estuvo todo bien?

-Sí –respondo, y salgo a la calle y al mundo, para nunca más volver allí, no en esta vida, ni tampoco en alguna otra.

Busqué mi auto, me subí y partí, y ahora pienso… si aquello no era el infierno entonces el infierno no puede ser tan malo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *