auto-invitados
Bien, ato mi culo al asiento, llamo a China, alejo a los pájaros del cable. Compro una pintura de una paloma roja y recuerdo a Herbert Hoover. Lo que intento decir es que en seis de las últimas ocho noches he tenido visitas, todas auto-invitadas, y como dice mi esposa «no queremos herir sus sentimientos». Así que nos sentamos y los escuchamos. Algunos son famosos y otros no, algunos brillan y son entretenidos, otros no, pero todo termina en charlas, charlas, charlas, voces, voces, voces, un impetuoso y cortés remolino de sonido, y se percibe entonces una soledad: todos quieren ser aceptados de una manera u otra, quieren ser escuchados. Esto es entendible pero yo soy uno de aquellos seres humanos que prefieren sentarse en silencio con su esposa y seis gatos (o prefiero sentarme arriba solo sin hacer nada). La idea es que soy egoísta y que la gente me rebaja; cuánto más tiempo me siento y los escucho más vacío me siento. Pero no veo que ellos se sientan vacíos, veo que disfrutan el sonido que sale de sus bocas. Y cuando se van, casi todos hacen una pequeña alusión a una próxima visita. Mi esposa es amable, los hace sentirse cómodos cuando se van. Es un alma buena, tan buena que cuando, digamos, vamos a comer y elegimos una mesa, ella escoge un lugar desde el cual pueda ver a la gente y yo elijo uno donde no pueda verlos. Está bien, así fui forjado por el diablo: toda la especie humana me resulta indiferente y no, no es miedo, si bien ciertas cosas de ellos son horrendas, y no es por competir, no quiero nada de lo que ellos quieren. Es sólo que en todas aquellas horas de voces, voces, voces, no logro escuchar nada esencialmente noble, bueno u osado, y ni siquiera algo que tenga el menor mérito en todo ese tiempo que disparan palabras. Podés recordar la época en que solías echarlos a la noche en vez de dejar que se relajen. Ellos con su solitario deseo de compañía, y vos que te avergonzás por soportar su pura mierda, pero de otro modo tu esposa diría «¿vos creés que sos la única persona que vive en la tierra?«. Ya lo ves, ahí es donde el diablo me atrapa. Así que los escucho y ellos se sienten realizados.