Marcha de la Resistencia: Argentina arde
por Leila Soto
La palabra resistencia tiene, entre otras, una interesante connotación romántica. La condición de resistente, parece ser que siempre paga. No importa si sos Bob Dylan o el Che Guevara. A lo largo de la historia todas las resistencias tienen un público cautivo. ¿Quien no ha sido empático con la resistencia europea al nazismo?. Con los esclavos norteamericanos. Con algún indiecito ecofriendly o con algún budista vegetariano que, seguramente debe ser un tipo sabio y bueno. No importa si es distinto de un sajón o un rubio y escultural ario, al contrario, eso le agrega ese toque étnico que todos y todas queremos consumir. No importa que un himno a la resistencia irlandesa como la canción Domingo Sangriento hoy se la escuche en vivo por una interesante suma de dinero, en un estadio repleto de jeans blancos y celulares costosos. Lo importante es que la resistencia es un estupendo imán marketinero. Si no pudieron con su independencia o su catolicismo, pueden con su economía y la convierten en un paraíso fiscal. Hay que reconocer que las derrotas más humillantes de los símbolos de una resistencia son las simbólicas y las culturales. Cuando las mercantilizan hacen algo peor que derrotarlas, las prostituyen, mercantilizando todo: da lo mismo si es un muñeco del Comandante Marcos o una remera del Che. El injusto sistema no sólo se defiende con balas, también lo hace con el dinero, con campañas sucias o con falsos héroes.
Sin embargo, a pesar de la hegemonía cultural de Estados Unidos o de la decadente Europa, la construcción del héroe es una actividad universal, todo pueblo fabrica héroes, y con ellos su propia idea de resistencia. Algunos de esos héroes son hermosos como Ulises, otros no tanto como Zapata (aunque mejoran cuando los representa Marlon Brandon en Viva Zapata). Pero todos comparten una visión un poquito fatalista de la resistencia, como si el destino por sí mismo impidiera construir mejores mundos. Siempre aparecen traidores, como si aplastar sueños de libertad fuera una condición natural. Espartaco tenía que morir, Tupac Amaru II también, como tantos guerreros de esas resistencias perdidas: Gerónimo, Caballo loco. Ernest Hemingway fue un gran guionista de la construcción moderna de resistencia, sus antihéroes existencialistas tenían un encanto más estético que espiritual. Joseph Conrad describió un lado más oscuro y realista de la idea de resistencia, el de un Congo explotado y humillado por la “civilizada” Europa.
Pero ni nuestros héroes o heroínas populares, ni nuestros mejores artistas pueden embellecer el “lado B” de las resistencias, el invisible, el fracasado, el mil veces humillado: traicionado, violentado, desaparecido y ahora más que nunca banalizado.
Porque no hay una sola resistencia, sino tantas como subjetividades resistiendo al poder, a la pobreza humillante, a la falta de trabajo y a la manipulación política y cultural.
Nuestras heroínas Madres (que ni Gorki pudo alguna vez imaginar) convocan nuevamente a una Marcha de la Resistencia, aquellas mujeres que desafiaron el lugar que el sistema les otorgaba. Parafraseando a Lennon, resistieron a ser “lo negro” del mundo. Hoy nos convocan para resistir y para reflexionar sobre todos los significados de la resistencia. Resistencia de los pueblos condenados por pertenecer a territorios codiciados. Resistencia a vivir y morir en la ignorancia, sin identidad ni orgullo colectivo. Pero también resistencia es ese espíritu de los individuos que los lleva a sospechar del budista que viaja por el mundo financiado por American Express y la CIA. Que habla de paz cuando conspira con los amos de la Guerra. De la Madre Teresa que amaba a los pobres pero no se rebelaba contra los productores de pobreza.
Sospecha del onegeísmo bien pensante, que se conmueve con los migrantes ahogados pero vive sin culpa con la próspera venta de armas. Sospecha de los discursos políticos cargados de palabras vacías como transparencia, diálogo y cambio.
La convocatoria a la Marcha de la resistencia tiene una consigna amplia. Es para todos aquellos que entienden a la resistencia también como una forma de vida. Una forma de sostener nuestras convicciones en alto. Que no necesita líderes heroicos ni mucho menos mártires. Pero que tampoco los desprecia cuando los tiene. La resistencia es colectiva y es individual, es heroica y también quijotesca. La fragilidad de la resistencia tiene que ver con su valor, la atacan porque sabemos que es posible un mundo mejor, la quieren comprar porque es peligrosa para el sistema, la banalizan porque es una forma de bajarle el precio. Esta maldita realidad sólo se cambia con resistencia, por eso invitamos a resistir en la marcha, a resistir en la vida. Aunque sea hay que resistir a la ingenuidad, hay que resistir a la mediocridad y sobre todo, a perder tu eje en el mar de mentiras de esta maldita realidad. Mientras tanto, la CNN sigue vendiendo la tragedia siria mediante la manipulación de niños como Bana Alabed, una supuesta niña de 7 años que tuitea (en perfecto inglés, of course) desde Alepo y que es seguidora, entre otros, del jefe de prensa del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Mientras ellos continúan haciendo guerras y negocios a costa de todos. No importa que no pertenezcas a un pueblo que conoce de resistencia desde tiempos inmemorables, no necesitas tener la gallardía de Sandino ni la tenacidad maoísta. Sólo tenes que resistir a ser aplastado por una mierda de discursos mediáticos que te tienen atado de pies y manos mirando sombras en el fondo de la cueva. Resistir como un venado a ser presa fácil, resistir a tus adicciones y a tu pereza para poner el cuerpo y enfrentar la represión que se viene, que será dura pero no hará sino enardecer la resistencia, aproximarnos un paso más al fin de la era Macri.