Referendums o tiros por la culata
(Agencia Maldita Realidad)
Las democracias occidentales, liberales y pseudoprogresistas se ufanan de sus mecanismos y sistemas de referéndums, a través de los cuales ponen a consideración de la población decisiones cruciales sobre gestión gubernamental y políticas públicas, tanto en el orden interno como en lo referente a la política exterior. A través de este medio los teóricos y «politólogos» (con perdón de la palabra) han planteado que se han logrado varios hitos en diferentes países en relación con cuestiones que atañen a la moral pública o a la regulación fiscal. Más importantes son cuando en ellos se define la continuidad de un gobierno, como ocurrió en su momento en Chile, con el triunfo del No al dictador Pinochet. Pero eso fue hace mucho tiempo.
Ahora, la moda y las tendencias indican que los referéndums se pierden, y a quienes lo proponen les sale el tiro por la culata, o acaban ignorando los resultados y prosiguen con sus políticas que atentan contra el pueblo. Esto ocurrió claramente en el caso del referéndum en Grecia que orquestó Alexis Tsipras, traicionando a su partido y a su pueblo al doblegarse a las imposiciones del Banco Central Europeo, y permitir que se siga chupando la sangre y el sudor de los pobres trabajadores y jubilados de su país, que ya no tienen de dónde recortar más sus gastos, llegando varios de ellos a la inanición.
Más cerca en el tiempo, se dio el caso del Brexit, que aún conmociona y pone un manto de duda sobre el futuro de la Unión Europea, y la viabilidad del Reino Unido como potencia autónoma. Luego fue impactante, y en contra de los pronósticos de todas las encuestadoras del mainstream y el establishment, la derrota del Sí al acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, dando por tierra con años de conversaciones aburridas en La Habana y la supuesta disposición, de guerrilleros y fuerzas armadas, de respetar las vidas humanas. Mientras tanto, el paramilitarismo y las fuerzas policiales se cansaron de asesinar dirigentes campesinos y luchadores sociales, y se abrieron negociaciones con el ELN y otros grupos insurgentes, en un ridículo intento de replicar el proceso desarrollado con las FARC, que ya se puede calificar como un auténtico fracaso, sobre todo porque hay tratativas por un nuevo acuerdo de paz, aún más espurio, falso e improcedente que el anterior. Parece que en Colombia ocurre lo que quiere el paraco Uribe, por sobre el supuesto anhelo de paz que reina en la población.
También hubo un referéndum en Holanda, para aprobar el acuerdo de comercio y de futuro incorporación de Ucrania a la Unión Europea, lo que fue masivamente rechazado por el pueblo neerlandés, que nada quiere saber de las huestes del chocolatero Poroshenko. Más del 60% se expresó en contra del Acuerdo de Asociación, ya sea desde una postura de izquierda como de extrema de derecha, en lo que se puede considerar como una trampa implícita en este tipo de recursos plebiscitarios. Ciertamente, se pueden aliar Dios y Lucifer, Jesucrito y Pilatos, a la hora de decirle No a un gobernante que quiere aparecer como «políticamente correcto». La escena política en éste, y en el mayoría de los países de Europa, se caracteriza por la fuerte presencia y auge de corrientes neofascistas, nacionalistas y xenófobas a las que sólo les interesa expulsar, victimizar y criminalizar refugiados y extranjeros, y grupos de izquierda timoratos e impotentes que no saben cómo imponer sus reivindicaciones a gobiernos condicionados por deudas y acuerdos privados entre burócratas multimillonarios y evasores (ellos mismos, quienes gobiernan) y empresas transnacionales. Así, se aplican ajustes y políticas neoliberales que conforman sociedades injustas y cada vez más enajenadas.
Los ejemplos sobran, casi son incontables. Está el referéndum de Hungría, que fue un fiasco alevoso, y que amalgamó en el país la postura de la periodista que le hizo una zancadilla a un pobre refugiado sirio, que acabó como DT de fútbol en un pueblito español. O sea, triunfo el No, no queremos más refugiados, no queremos que vengan a sacarnos nuestro trabajo, nuestras mujeres, nuestros beneficios sociales, que son misérrimos pero son nuestros.
En el plano regional, fue al buen indio Evo Morales a quien le salió mal el referéndum para su rereelección en Bolivia, lo que es una lástima, ya que no pudo doblegar a la propaganda de la CIA que cinchó en su contra, a pesar de su excelente gobierno y el rumbo pujante de su economía, la de mayor crecimiento en América Latina.
Y más recientemente el referéndum italiano, donde el primer ministro pretendía descuajeringar el senado bajo el argumento de que es una institución corrupta y que atenta contra el funcionamiento de su democracia. A pesar de contar con el apoyo de todos los medios de comunicación, y con el vaticinio favorable de las agencias encuestadoras, su derrota fue catastrófica. Al igual que en el caso de todos los referéndums, el oficialismo, en este caso Renzi, siempre dispuso de la ventaja de un mayor aparato propagandístico y de medios para difundir los argumentos a favor de su postura, además de plantear la pregunta en cuestión en los términos que más le convienen. E
n síntesis, otra fantochada que prueba que el referéndum, más que una herramienta de la democracia moderna, se está convirtiendo en un auténtico tiro por la culata para los líderes mundiales. No vaya a ser que a Macri se le ocurra organizar un referéndum para que el pueblo decida si Milagro Sala debe continuar presa o no, al postular que a su juicio, la mayoría de los argentinos entendemos que cometió una serie de delitos que ameritan su encarcelamiento. Se supone que conociendo los antecedentres registrados, Durán Barba lo asesorará correctamente, y le dirá que ni sueñe con hacer un referéndum sobre éste ni sobre ningún otro tema, y que siga gobernando por decretos y a su antojo, que continúe con sus persecuciones, sus maquiavélicos negocios, abusos de autoridad, conformación de cuentas offshore y asociaciones ilícitas de diversa índole, en fin, que siga manejándose en su estilo caprichoso de ricachón imbécil, que parece que nadie se da cuenta de ello, y que aún hay colchón social para rato, gracias a la denostada pero realmente bendita herencia.