Macri encabeza competencia de lameculismo trumpero
(Agencia Maldita Realidad)
Pasada una semana de la ¿sorpresa? ocasionada en el mundo por el triunfo de Trump en Estados Unidos, disipados los resquemores de los analistas, exhibiéndose impúdica en la plenitud de su enfermedad la democracia estadounidense, revelando su sociedad la verdadera estirpe de su ideología racista, tan fanfarrona como estúpida, la expectativa que generan sus medidas drásticas (deportación de millones de inmigrantes en «situación irregular», defaulteo de la deuda externa yanqui, delegación de funciones a líderes de la ultraderecha en todo lo relacionado con la seguridad interna, construcción de un muro con su nombre en la frontera con México, y de torres con su marca en todo el planeta -el hecho de haber llegado a la presidencia no impide que continúe acumulando millones a mansalva-) mantiene alertas a los políticos de pacotilla. Y es que en los niveles de gestión nacionales, y en las clases políticas en general de todos los países, se ha desatado una feroz competencia por chupar las medias, y en la medida de lo posible el orto, del nuevo mandamás yanqui. Y quien encabeza las posiciones en esta singular disputa, no es otro que nuestro querido presidente Mauricio Macri, quien cuenta con la ventaja de haber sido compañero, en su tierna juventud, de parrandas, negociados y células mafiosas con el ungido presidente de los estadounidenses, además de oficiar como anfitrión en su visita a la Argentina, donde seguramente algo conversaron de este presente inquietante, que los encuentra en el pináculo de sus carreras, y donde pueden cristalizar sus sueños más utópicos, perpetrando sus desfalcos y estafas con la mayor tranquilidad y seguridad que pudieran jamás. Saben que Dios no existe y no podrá castigarlos, y que Francisco es puro blabla. Efectivamente, a pesar de haber anticipado el triunfo de su rival, Mauricio ya lo llamó como 20 veces para congraciarse con él, rememorar sus épocas de tunantes, y vaticinar que van a construir las mejores relaciones de la historia entre ambos países. La única reacción posible ante las reuniones bilaterales que se avizoran, es salir espantado del país, exclamando tal vez, como propone el ex presidente uruguayo Mujica: ¡Socorroooo!!!!